VIAJE POR CANADÁ: CALGARY, BANFF, JASPER Y VANCOUVER, CON PARADA EN SEATTLE

¡Bienvenidos a un nuevo Vuelo! Qué ganas tenía de volver a escribiros. Ya hace un año de mi viaje a Nicaragua y no he vuelto a pasar por aquí. Aunque en este tiempo no he parado de viajar por el mundo por trabajo, pero no por pleno placer.

Para este verano teníamos en mente varios destinos bastante diferentes, pero sin duda un destino venía resonando en nuestra cabeza desde hace años… LAS MONTAÑAS ROCOSAS DE CANADÁ. Ha llegado el momento de hacer este viaje soñado, aunque miembros de la familia ya habían descubierto la zona Este de éste país tocaba recorrer la parte oeste; Calgary, los parques nacionales de Banff y Jasper y acabar en Vancouver.

Teníamos 15 días que quedaron distribuidos de esta manera:

  • Seattle: primera parada, llevo bastante tiempo obsesionada con esta ciudad y dada su cercanía con Canadá había que aprovechar. Le destinariamos los 4 primeros días.
  • Calgary: nos serviría como primer contacto con Canadá y punto de partida de nuestro viaje en coche. 2 días.
  • Banff: entramos de lleno en las montañas rocosas y en el primer parque nacional de Canadá. 3 días.
  • Jasper: parque más extenso de las montañas rocosas. 3 días.
  • Vancouver: de Alberta a la Columbia Británica para descubrir la moderna y multicultural Vancouver. 3 días.

Antes de cada aventura, desde hace ya muchos años, siempre contratamos nuestro seguro de viaje con IATI. Nos da tranquilidad saber que, ante cualquier imprevisto, estamos cubiertos y podemos disfrutar al máximo sin preocupaciones.

Y lo mejor es que gracias a vosotros, nos han dado un 5% de descuento para tu siguiente viaje si reservas tu seguro desde este enlace 

Día 1: Barcelona – Seattle

30 de Agosto. Son las 6 a.m. y el despertador irrumpe en la tranquilidad de mi casa en Barcelona. Habría reprochado este temprano despertar en cualquier otra ocasión, pero si se trata de un nuevo viaje, de una nueva aventura, no hay peros que valgan. Saltamos de la cama, nos preparamos y esperamos al taxi que nos llevará a la Terminal 1.

Vuelo de una hora y media a Zurich y una corta escala para poner destino a Seattle en un vuelo de 10 horas. El vuelo se me pasó volando, nunca mejor dicho. Empecé el libro “Los siete maridos de Evelyn Hugo” de la americana Taylor Jenkins Reid y no pude despegarme de él hasta aterrizar.

Una vez aterrizamos en Seattle–Tacoma International Airport me descargué la app Mobile Passport Control, rellene los datos de todos los pasajeros y las recordadas extensas esperas en los aeropuertos americanos fueron coser y cantar.

Al salir del aeropuerto nos dirigimos al parking y fuimos siguiendo las señales del Light Rail para coger la Línea 1 dirección Lynnwood City Center y bajarnos en la parada de Pioneer Square. Nuestro hotel (CitizenM Seattle Pioneer Square hotel) estaba pegadito al estrecho de Puget, que es un profundo entrante del océano Pacífico. Por lo que cuando llegamos sobre las 16.30 de la tarde, nos duchamos y fuimos a por nuestra primera caminata por el paseo que da a Elliott Bay.

La ciudad de Seattle se fundó en la ribera de Elliot Bay en la década de 1850 y desde entonces ha crecido hasta abarcarla por completo. La vía navegable que proporciona al océano Pacífico ha servido como elemento clave de la economía de la ciudad, permitiendo que el puerto de Seattle se convierta en uno de los puertos más activos de los Estados Unidos.

Las primeras impresiones de la ciudad no pudieron ser mejores: se respiraba alegría. Los niños jugaban en las amplias zonas destinadas a su entretenimiento; la gente comía hot dogs, se balanceaba en las sillas colgantes que había a lo largo del paseo, se divertía en cada giro de la noria, admiraba el skyline y se relajaba en las escaleras con vistas a la bahía. Paseamos desde el Pier 51 hasta el Pier 66, donde tienes una deslumbrante visión de la ciudad y de su skyline.

A las 19.00 de la tarde no aguantábamos más la diferencia horaria de 9 horas menos. Por lo que fuimos a cenar a un local mexicano en plena Primera Avenida, “El Borracho”. Y directos a descansar para seguir disfrutando de esta vibrante y moderna ciudad.

Día 2: Seattle (Downtown, Beltown, Uptown, West Queen Anne y South Lake Union)

Primer día completo en Seattle. Como introducción, es la ciudad más grande del estado de Washington, en el noroeste de Estados Unidos, y la vigésimo cuarta ciudad más poblada del país, con aproximadamente 750.000 habitantes en su núcleo urbano. Además, Seattle es famosa por ser la cuna de la música grunge (subgénero del rock alternativo) y de bandas que impulsaron este movimiento, como Nirvana. También es la ciudad natal del legendario guitarrista Jimi Hendrix y de Duff McKagan, integrante de Guns N’ Roses. Por último, es el lugar de origen de las famosas cafeterías Starbucks.

Nos habíamos despertado muy temprano debido al jet lag por lo que decidimos que pasearíamos la primera avenida hasta Olympic Sculpture Park, Space Needle y Kerry Park. Lugares que no tiene horas de apertura y en los que destinaríamos un largo paseo que daría tiempo a que la ciudad despertase.

Olympic Sculpture Park, como su propio nombre dice es un parque público de esculturas al aire libre de gran formato, con algún edificio moderno interesante y buenas vistas. Además es un lugar de paso y puedes hacer fotos artísticas con las esculturas y el Space Needle de fondo. Hay una escultura del español Jaume Plensa

Justo delante de nuestra siguiente parada encontramos un McDonalds y es que es típico que en nuestros viajes redesayunemos una burger de huevo y queso, después no volvemos a pisar un McDonalds en todo el año.

El Space Needle es uno de los iconos más reconocibles de la ciudad. Construido para la Expo de 1962, mide 184 metros y su plataforma de observación ofrece vistas panorámicas de 360°. Nos dimos un paseo por los jardines aunque parte estaba vallado pudimos ver el Museum of Pop Culture, edificio Frank Gehry, el del Museo Guggenheim de Bilbao y tantas otras obras. No entramos, pero verlo por fuera vale la pena; sus formas, sus colores y el tren que atraviesa el edificio bien valen unas fotos. Hay una gran fuente de chorros cambiantes muy atractiva y que invita a unos  a jugar a evitar mojarse y a otros a desear que los primeros se mojen.

De aquí fuimos andando hasta Kerry Park, en el barrio de Queen Anne, es un parque-mirador que ofrece una de las vistas más icónicas del skyline de la ciudad. Para ir al parque puedes hacerlo subiendo una pendiente que te llevará exhausto durante 10 minutos o coger un autobús. Después de tomarnos cientos de fotos volvimos andando por el barrio, que es una mezcla de casas históricas de estilo victoriano y modernistas (modernismo americano o más correcto International Style; lo que hacía Frank Lloyd Wright), con calles arboladas y pintorescas. Llegamos al Mercado de Piket Place atravesando el barrio de Belltown, un barrio local de edificios históricos y rascacielos, galerías de arte, murales y restaurantes.

Era hora punta en el mercado de Pike Place, uno de los lugares más emblemáticos y turísticos de Seattle, entre la multitud visitamos los puestos de frutas, verduras, flores, mariscos frescos y productos artesanales. Hicimos la típica foto del letrero luminoso y el reloj, y además en frente de este se encuentra el primer Starbucks donde solo lo vimos por el exterior, ahora es un sitio turístico donde venden café.

Comimos y fuimos a por una siesta reparadora para seguir disfrutando por la tarde de la ciudad. 

Nos tocaba volver a sufrir las cuestas de la ciudad, esas que en Google Maps ni intuyes… ¡y es que Seattle está literalmente construida sobre colinas que parecen montañas rusas! Dimos un paseo por la cuarta y quinta avenida disfrutando de los rascacielos como el de Columbia Center, el ayuntamiento y la imponente Biblioteca. Seattle Central Library destaca por su estructura moderna de vidrio y acero del arquitecto Rem Koolhaas, con formas geométricas y cuenta con más de 1.5 millones de libros. Pero además de ver el exterior hay que entrar, es interesantísimo. En la Quinta Avenida también llama la atención un edificio, el edificio Rainier,  cuya base se estrecha hacia el suelo quedando un bloque de hormigón en una demostración de equilibrio y destreza arquitectónica. El cuerpo principal del edificio nos recordó La Torre Picasso de Madrid; lógico puesto que son del mismo arquitecto Yamasaki, por cierto el mismo de las dos Torres Gemelas de New York.

Seguimos paseando por la Quinta Avenida hasta llegar a la zona comercial de Pine Street, allí entramos en el department store de Nordstrom… y yo pequé. Unas zapatillas que no dejan indiferente a nadie y que siempre me recordarán este gran viaje.

Paseando por la Sexta Avenida, llegamos a una de las joyas de la corona: The Spheres. Se trata de un conjunto de invernaderos futuristas ubicados en el campus de Amazon, diseñados para ofrecer un espacio de trabajo y conexión con la naturaleza dentro de la ciudad a sus trabajadores, y alberga más de 40.000 plantas de todo el mundo. Amazon tiene su sede aquí, en Seattle, y es uno de los mayores empleadores de la ciudad. Además, ha transformado el barrio de South Lake Union en un área de innovación tecnológica, con oficinas y restaurantes.

Se puede visitar el primer y tercer sábado de cada mes, de 10:00am a 6:00pm y en este enlace puedes reservar la visita.

Día 3: Seattle (First Hill, Capitol Hill, University District y North Admiral)

Último día completo en Seattle. Empezamos con una buena subidita hacia la Novena Avenida, ¿sería una penitencia? Íbamos a visitar St. James Cathedral que es la Catedral Católica de Seattle. Se ubica en el barrio de First Hill y data del año 1907, por fuera está inspirada en el renacimiento italiano y por dentro no tuvimos el placer de conocerla ya que se encontraba cerrada.

Desde aquí fuimos paseando por Boren Avenue hasta el barrio de Capitol Hill para visitar Starbucks Reserve Roastery, es una cafetería de Starbucks pero mucho más grande y que lleva a cabo todo el proceso del café desde el origen hasta la taza.

Además cuenta con un coffee bar que es una coctelería con base de café y gran variedad de comida. Nos decantamos por un café y una mini pizza que estaba riquíííísima. Este es el tercer Reserve Roastery que probamos después del de Milán y Nueva York. Es un sitio muy acogedor donde reponer fuerza e investigar sobre lo siguiente que visitarás.

Como he comentado nos encontrábamos en Capitol Hill que es uno de los barrios más vibrantes, alternativos y culturales de Seattle, por lo que nos dejamos llevar por Pike Street hasta que dimos con Elliott Bay Book Company, una librería muy acogedora con más de 150.000 libros. Además lo que más me sorprendió es que los libros tenían recomendaciones escritas a mano que le daban un toque muy personal… Las fotos lo dicen todo.

Desde aquí nos fuimos en autobús a University District para descubrir el barrio universitario, paseamos por los jardines y facultades de la Universidad de Washington, un entorno rodeado de arquitectura histórica y espacios verdes. La gran plaza de la universidad, la fuente, los patos que campaban a sus anchas y el gran estadio de fútbol americano ¡Woow! En otra vida quiero estudiar y hacer deporte en una Universidad Americana.

Para acabar la mañana fuimos al centro comercial University Village que había al lado del campus.

Volvimos con el Light Rail a Pioneer Square y comimos una rica hamburguesa americana en McCoy’s Firehouse Bar & Grill, un restaurante dedicado a los bomberos que estaba cerca del hotel.

Para terminar nuestra experiencia en esta ciudad que no paraba de sorprendernos, decidimos coger un ferry de 15 minutos desde el Pier 50, por 6,20$ por el trayecto, que nos llevó a West Seattle, justo frente a la ciudad y desde donde se podía tener una vista panorámica. Destinamos una hora para pasear y sentarnos en un banco a desconectar y darnos cuenta de lo afortunados que somos de conocer estos rincones del mundo. 

Y ahora sí, tocaba despedirse de esta ciudad para empezar la aventura por Canadá y qué mejor que ver el atardecer desde uno de los rincones que más nos había gustado. La azotea del edificio que se encontraba en el Pier 66.

Día 4: Seattle – Calgary

Un último paseo por Pike Place y al aeropuerto para volar a Calgary. Aquí os dejo algunos precios de referencia y notas de Seattle.

  • Moneda: Dólar Americano (USD)
  • Precios (aproximados):
    • 3$ trayecto Aeropuerto-Centro en Light Rail
    • 15$-25$ comida por persona
    • 5$ café
    • 7$ cerveza
    • Hotel, a partir de 80$ por persona la noche
  • Se puede ir andando por todo el centro de la ciudad
  • Para moverse: Light Rail o autobús. Se pueden sacar billetes únicos y pagar con tarjeta.

Tras un vuelo de hora y media con la compañía WestJet que nos costó 80$ por persona, llegamos a Calgary. Mismo proceso, descargarse la app ArriveCAN, añadir los datos de los pasajeros y pasar rápidamente el control.

Enfrente de la salida a la calle está la parada del autobús y hay una maquinita para sacar los billetes del autobús 300 que te lleva al centro de la ciudad por 3,80$CAN (10 dólares canadienses igual a 6 euros).

Fuimos directamente al Airbnb, situado en uno de los rascacielos de la Décima Avenida. Aprovechamos la tarde para hacer compras en Safeway, uno de los supermercados en los que compraríamos comida durante el resto de viaje. También tuvimos tiempo para darnos un baño en la piscina y contemplar el atardecer desde los ventanales del salón.

Día 5: Calgary (Downtown, Peace Bridge, Bow River Pathway yChinatown)

Primer, único y suficiente día de turismo por Calgary. Es un buen punto de partida para viajar por las montañas rocosas ya que tiene aeropuerto internacional y servicio de alquiler de coches. La ciudad cuenta con un skyline moderno de rascacielos de cristal y acero. Los más simbólicos son The Bow (236 metros, sede de la empresa Enbridge. Su forma curva y diseño moderno lo hace inconfundible), Telus Sky (222 metros con iluminación LED que decora la ciudad por la noche) y el símbolo de la ciudad, Calgary Tower (191 metros de altura).

Comenzamos el paseo hacia Century Gardens y allí nos dimos cuenta de que Calgary está diseñada para integrar la ciudad con la naturaleza. Redesayunamos en Tim Hortons, una de las cadenas de cafeterías más populares de Canadá, y continuamos caminando hasta llegar a la Peace Bridge, un puente que cruza el río Bow, conecta los barrios de Downtown y Beltline, y fue diseñado por el arquitecto Santiago Calatrava. Es un estilo diferente al típico puente de Calatrava, imaginamos que debe ser de épocas iniciales, de hecho necesitaba un repintado; no obstante el puente y su ubicación es muy interesante y fotogénico.  Paseamos por el Bow River Pathway, Eau Claire Park y Eau Claire Plaza, lugares que combinan naturaleza, deporte y vistas a la ciudad, hasta llegar al barrio de Chinatown. Un paseo que junto al agua cristalina del río hay cantidad de elementos urbanísticos que lo hacen muy agradable e imprescindible en la ciudad, 

Fuera ya de la zona del río y callejeando por la ciudad llegamos a una de nuestras primeras paradas, Wonderland Sculpture ubicada a los pies del rascacielos The Bow. Esta escultura de 12 metros fue creada por el artista español Jaume Plensa. Según investigamos esta obra simboliza los sueños, la imaginación y la juventud, y está inspirada en una niña de Barcelona… cuantas coincidencias.

Seguimos paseando hasta llegar a Calgary Public Library. El exterior del edificio está cubierto por una estructura metálica calada con formas geométricas y con un interior de madera sorprendente y luminoso. Es una de las imágenes típicas de Calgary.

De camino a la Décima Avenida, nuestra avenida, pasamos por delante del Studio Bell que es un centro cultural y museo dedicado a la música canadiense. Además es un edificio que no te dejará indiferente. 

Seguimos nuestro paseo por la Décima y antes de entrar en Avis para comprobar que nuestra reserva del día siguiente estaba bajo control, hicimos fotos a Van Gogh Monumental statue, estatua a la que le falta parte del torso y esta ausencia simboliza la idea de que, a pesar de las pérdidas y fragmentaciones que experimentamos en la vida, seguimos adelante y mantenemos nuestra esencia intacta. También pasamos por delante del World’s Tallest Mural y es que este mural de 95 metros es el más alto del mundo. Comimos en una taquería llamada Native Tongues y fuimos a descansar para rematar la ciudad por la tarde.

Para la tarde dejamos las calles más comerciales y céntricas de la ciudad, la Séptima y la Octava. En nuestro paseo dimos con Courthouse Park, otro pequeño oasis urbano, espacio de desconexión y naturaleza.

Terminamos el día en Stephen Avenue Walk, mezcla de edificios históricos con estructuras modernas, conservando fachadas originales. Lleno de restaurantes al aire libre, bares, cafeterías, tiendas de moda y galerías de arte, creando un ambiente muy animado.

Tocaba organizar maletas, empezaba nuestra aventura por las Montañas Rocosas.

Día 6: Calgary – Banff (Lago Johnson, Lago Minnewanka, Fairmont Banff Springs y Hoodoos Viewpoint)

Nos despertamos pronto como de costumbre, desayunamos, recogimos y nos fuimos a Avis a ver si con un poco de suerte nos podían dar el coche 2 horas antes. Y sí, tuvimos suerte, pagamos los 1.560$CAN por el alquiler de los próximos 7 días y recogimos la llaves de nuestro querido Hyundai Palisade. Nosotros siempre cogemos el seguro que viene por defecto con el coche y a través de RentalCover cogemos un seguro todo riesgo que para este viaje fueron 57€.

Pusimos rumbo a Dead Man’s Flats (no haremos comentarios del nombre) en concreto en Copperstone Resort – Mountain View 2 Bedroom Condo,  donde tendríamos nuestro apartamento para las próximas 3 noches. El viaje lo planeamos en mayo, pero reservamos tanto en Banff como en Jasper un mes antes del viaje y fue demasiado tarde, ya no quedaba nada más cerca del centro, salvo a precios exagerados

Teníamos que aprovechar el tiempo así que, después de descargar, nos fuimos directamente hacia  el Lago Johnson y después al Lago Minnewanka, un espectacular lago glaciar, donde dimos un paseo de 3 km hasta el puente de madera. Decidimos recorrer entero el Scenic Drive del L. Minnewanka, 24 kilómetros, pero todo el paisaje es tan espectacular que no debéis preocuparos por hacerlo; acabaréis muy satisfechos con todo lo que vais a ver.

Antes de que se me olvide, un apunte: para entrar en los parques nacionales de Banff y Jasper se necesita el “Discovery Pass”, un pase que se coloca en el retrovisor del coche y permite la entrada a los parques. Al acercarte a la entrada, la carretera se divide en dos: una con casetas donde puedes comprarlo y otra por la que puedes continuar sin detenerte si ya lo tienes.

El Discovery Pass se compra por vehículo (hasta 7 personas), tiene validez de un año y un precio de 151$ CAN. Puedes comprarlo en este enlace

Desde aquí fuimos a ver y tomar unas fotos del Fairmont Banff Springs que es un hotel histórico de lujo, que se encuentra en medio del parque nacional y es espectacular.

Después hicimos una parada en Hoodoos Viewpoint, desde donde se ven formaciones de piedra caliza moldeadas por la erosión, junto al valle del río Bow y las montañas alrededor.

Después de esta primera toma de contacto fuimos a la ciudad de Banff a por un late lunch en un indio que tenía muy buena pinta, Saffron Indian Bistro.

Para terminar el día nos metimos en el hot tub (jacuzzi) del hotel. 

Día 7: Banff (Johnston Canyon y Morant’s Curve)

Primer día entero en el Parque Nacional de Banff, es el parque nacional más antiguo de Canadá, uno de los primeros del mundo y Patrimonio Mundial de la UNESCO. Abarca más de 6.600 km² de montañas, glaciares, bosques y lagos de aguas turquesa. Aunque nosotros somos más de ciudad teníamos muchas ganas de descubrir lo que la naturaleza tenía preparado.

Antes de salir de casa, metimos en la mochila el famoso spray contra los osos. Sí, has leído bien: un spray para osos. La primera vez que lo escuché pensé que me estaban tomando el pelo, pero no… ¡es totalmente real! En las Rocosas es tan común como llevar una cantimplora o un mapa. En cuanto lo tuve en mis manos, entendí que la cosa iba en serio: allí, los osos no son personajes de cuento, sino vecinos con los que podrías cruzarte en cualquier sendero.

Es un aerosol de pimienta de alta potencia para disuadir a osos, no se usa como repelente preventivo, es decir no se aplica en la ropa, sino sólo en caso de ataque inminente.

Ya estábamos listos, podíamos empezar la aventura. Para hoy teníamos previsto visitar Johnston Canyon. Se encontraba a 70km de nuestro alojamiento y a 40km del centro de Banff.

Johnston Canyon es uno de esos lugares que te dejan sin aliento desde el primer momento. No es de extrañar que sea uno de los más visitados de Banff; los caminos suspendidos entre las paredes del cañón, las cascadas que rugen con fuerza y las imponentes paredes hacen que cada paso sea un espectáculo.

Como en todos los parques hay varias rutas, nosotros nos solemos quedar con la intermedia. En este caso tomamos la de 5km, unas 3 horas ida y vuelta para ver todas las cascadas. Es un imprescindible, más teniendo en cuenta que desde el coche eres testigo de unas impresionantes y grandiosas vistas que se pierden en el horizonte, pero en este cañón tienes un contacto más cercano con la naturaleza y la vegetación. 

Dos días antes, cuando estábamos aún en Calgary, a las 8am intentamos conseguir plazas en el shuttle para visitar el Lago Louise. Con varios móviles a la vez y puntuales como relojes suizos, no hubo manera: todas las plazas se agotaron ante nuestros intentos.

Así que, después de explorar el Cañón Johnston, subimos al coche con la esperanza de encontrar parking disponible en el lago… pero la suerte no estaba de nuestro lado.

Aprovechamos antes de comer para ver Morant’s Curve, es una curva donde las vías del tren se cuelan entre las montañas y el río Athabasca para regalarte una foto de película. Nos colocamos con las cámaras listas, con la esperanza de que un tren apareciera serpenteando por la curva… pero el tren no pasó (tampoco estábamos dispuestos a estar esperando).

Volvimos a Banff para comer y descubrimos el Cascade Shops, un pequeño centro comercial con varios sitios para comer. Allí nos sentamos a recuperar energías.

Después de comer, decidimos pasarnos por la oficina de turismo para estudiar posibles opciones para visitar el Lago Louise, sería una pena enorme no poder verlo estando tan cerca.

Allí nos dieron la buena noticia: había un autobús público por 14€ por persona que te llevaba y bajaba del lago a la hora que quisieras, siempre que hubiera disponibilidad. Más o menos hay un bus cada hora, y nos recomendaron presentarnos media hora antes para asegurarnos plaza.

Pagamos los tickets y nos fuimos a comprar carne para hacer barbacoa en el resort por la noche y así celebrar nuestro pequeño gran triunfo.

Día 8: Banff (Lago Louise)

La noche anterior decidimos coger el bus de las 9am para visitar el Lago Louise y así sobre las 10am empezar la excursión. Todo muy organizado… en teoría. Pero claro, nosotros y los madrugones involuntarios somos inseparables. A las 8am estábamos en Banff, dejamos a parte de la familia en la parada de bus y fuimos a aparcar. Cuando miré el reloj eran las 8.15am y había un bus que salía a las 8.20am ¿Llegamos? Si, llegamos, y empezó la gran carrera a la parada. Exhaustos, pero a tiempo.

El Lago Louise es la joya turquesa de Canadá, ese lugar que parece sacado de una postal pero que, al verlo en persona, supera cualquier fotografía. Sus aguas, teñidas de un azul turquesa, deben su color al fino polvo de roca que arrastran los glaciares al derretirse. Frente a él, las montañas se alzan como guardianas silenciosas, que lo enmarcan como si fuese un cuadro perfecto. 

Cuando llegamos, y después de las fotos de rigor, fuimos a desayunar al Fairmont Château Lake Louise, el majestuoso hotel que se alza en la orilla del lago.

Empezamos la ruta hacia el Lago Agnes, un recorrido de unos 7 km (ida y vuelta), con un desnivel de 385 metros y una duración aproximada de 3 horas. Además, a mitad de camino se encuentra el Mirror Lake, un rincón perfecto para darse un respiro.

Seguimos con la subida final al Lago Agnes, y aun no era consciente de lo que me esperaba.

Justo antes de subir las escaleras al lago dimos con un pequeño tesoro escondido, la cascada Big Beehive, que dio para otra pequeña sesión de fotos. Un recordatorio de que, aunque la subida fuese un pelin dura, la naturaleza siempre tiene sus recompensas.

Y por fin en el Lago Agnes; a 2.135m del nivel del mar se encuentra esta agua que refleja con fuerza los picos rocosos que la rodean. Un rincón de montaña suspendido entre el cielo y la tierra que bien merecía el baño más frío que me he dado en mi vida.

La noche anterior, entre risas, surgió la idea de bañarse, porque nadar es decir demasiado, en el lago. Lo que parece una bonita idea de grupo, una estampa familiar perfecta… pero, al final, la que acaba siempre empapada soy yo… solo yo. Me costó horrores meterme porque el agua no es que estuviera fría, es que de lo fría que estaba me ardía el cuerpo. En las aventuras siempre hay un momento heroico… aunque el héroe acabe temblando.

Me volví a cambiar como pude y con la satisfacción de haberlo conseguido nos fuimos rápidamente hacia abajo a ver si conseguíamos coger el siguiente bus que salía a las 13:00.

De vuelta en Banff volvimos al centro comercial del día anterior, Cascade Shop, a comer. Dimos una vuelta por la ciudad y volvimos al resort, hot tub como cada tarde, cena y a descansar. Tocaba seguir descubriendo.

Día 9: Banff – Jasper (Herbert Lake, Mirador Glaciar Crowfoot, Hector Lake, Lago Peyto, Lago Waterfowl, Mistaya Canyon, Glaciar Athabasca, Tangle Creek Fall, Sunwapta Falls y Athabasca Falls)

El día de hoy es al que más respeto he tenido a la hora de escribir. Hoy cambiábamos Banff por Jasper, y los 288 km que los separan tienen la culpa de que haya ido retrasando esta redacción. Durante el recorrido no pudimos hacer más paradas porque le faltaban horas al día. Espero acordarme de todo… Allá vamos.

Herbert Lake:

Un pequeño lago glaciar que, aunque discreto, tiene un encanto especial. Sus aguas tranquilas reflejan las montañas y los árboles que lo rodean como un espejo perfecto. Fácil acceso desde la carretera con un pequeño aparcamiento, ideal para una parada rápida y fotos.

Mirador Glaciar Crowfoot:

Desde el parking se puede contemplar el glaciar Crowfoot, con sus tres “dedos” de hielo extendiéndose entre las montañas. 

Hector Lake:

Otro lago glaciar que refleja las imponentes montañas que lo rodean. También se puede ver desde el aparcamiento que está en la misma carretera principal. Incluso las paradas rápidas pueden ser mágicas. 

Lago Peyto:

Uno de los lagos más fotogénicos de Canadá por su forma de lobo o de garra y de color turquesa. A diferencia de las otras paradas esta estaba a rebosar de turistas como nosotros. Es fácil llegar al mirador, por un sendero de aproximadamente 1km, desde el parking.

Lago Waterfowl:

Otra corta parada y es que desde el parking puedes fotografiar este pequeño lago que parece escondido entre las montañas. Sus aguas tranquilas reflejaban el cielo y los picos de alrededor. 

Mistaya Canyon:

Después de una caminata corta y perfecta para estirar las piernas llegamos al cañón donde descubrimos la fuerza secreta de la naturaleza. Y es que el río Mistaya ha tallado la roca durante siglos para hacer esta maravilla.

El lugar está lleno de miradores que te dejarán sin parpadear mientras escuchas el rugido del agua.

Glaciar Athabasca:

Al llegar, hay tres parkings. Te recomiendo que sigas por la carreterita como si fueras en dirección al glaciar; llegarás a un parking más pequeño, desde donde tendrás que andar mucho menos. Aquí te aconsejo abrigarte un poco más, ya que hace bastante más fresco.

Después de una subida de aproximadamente un kilómetro, llegas al glaciar. Yo nunca había estado tan cerca de uno… es realmente espectacular. Una masa de hielo que se extiende hasta donde llega la vista.

Sunwapta Falls:

Otra parada rápida, con parking en plena carretera donde solo tendrás que cruzar para ver la cascada. Y parece sorprendente que ahí, sin necesidad de buscar, se encuentre esta cascada de varios pisos.

Athabasca Falls:

Una cascada potente formada por el río Sunwapta, que desciende con fuerza entre rocas y cañones. Hay varios miradores que permiten observar la cascada desde distintos ángulos y una no puede evitar pensar en la inmensidad y el poder de los paisajes de Jasper. El acceso es fácil desde el parking.

Tangle Creek Fall:

Última parada. Ahora entendéis ese miedo que tenía, muchas vivencias y lugares espectaculares que quiero narrar tal como los viví. 

Esta es otra cascada potente y espectacular, donde el río Athabasca se precipita sobre las rocas de granito. Husmeando por la zona, encontramos unas escaleras que llevaban al otro lado, y fue una pena descubrir los destrozos que el incendio del verano de 2024 había ocasionado en el área. Destrozos que seguiríamos viendo en los próximos días.

Los sitios mencionados están en orden en dirección norte o desde Banff a Jasper. Independientemente de las paradas el recorrido desde el coche es espectacular. Se repite mucho que esta carretera está considerada “la más bonita del mundo” y ya sabemos todos que estas etiquetas muchas veces se regalan de forma muy generosa, por lo que estábamos un poco escépticos al respecto; pero visto lo visto hay que decir que lo merece.

Y con esto acaban todas las paradas que nosotros escogimos. Durante el camino no hay cobertura, ni internet, ni gasolineras ni restaurantes sólo hay un punto en el que encontrarás todo esto: The Crossing Cafe. Justo llegamos a la hora de la comida y nos metimos entre pecho y espalda una buena hamburguesa, mientras nos poníamos al día con el wifi.

Y no me quiero olvidar de uno de los momentos más épicos del viaje. ¿Os acordáis del spray para osos, verdad? Como para olvidarse… Pues casi nos toca usarlo. Íbamos por la carretera cuando vimos un par de coches parados. Bajamos la ventanilla y, como buenos cotillas, preguntamos: “¿Qué pasa?” “Un oso… un oso.”

No se hable más ¡Paramos y nos lanzamos en su búsqueda! Y allí estaba, a apenas tres metros de nosotros, el gran animal, tan tranquilo, comiendo de los árboles y paseando como si fuera el dueño del bosque. Fue uno de esos momentos que te hacen recordar por qué viajar es una aventura de verdad.

Consejo: Este recorrido es realmente maravilloso por lo que para poder disfrutarlo más plenamente considero que merece la pena hacer noche en medio del recorrido; hay pocas opciones y carísimas, pero cuando se emprende este viaje hay que asumir que el presupuesto se descontrola.

Día 10: Jasper (Medicine Lake, Maligne Lake, Edith Lake, Annette Lake y Pyramid Lake)

Último días de parques nacionales antes de ir a la gran ciudad. Hoy tocaba día de lagos alrededor de Jasper.

La primera parada fue Medicine Lake. La imagen más conocida de este lago resultó un poco diferente de la que vivimos, ya que en otoño el agua “desaparece”. Para los pueblos indígenas de la zona, este fenómeno lo convertía en un lago misterioso o mágico, de ahí su nombre: Medicine Lake. El día estaba gris, un poco triste, pero las escenas que nos regaló el lago fueron de película.

De camino a nuestra siguiente parada, Maligne Lake, nos encontramos con varios coches detenidos en medio de la carretera. Cuando esto sucede, suele ser señal de que un animal anda cerca como ya pudimos comprobar con el oso. Nos acercamos lentamente y, para nuestra sorpresa, vimos cómo un ciervo se aproximaba hacia nosotros y se detenía justo al lado del coche.

Llegamos a Maligne Lake y el primer parking estaba lleno, con suerte hay otro un poco más arriba. Aparcamos y fuimos a pasear por la orilla del lago. Este lago es el más grande de las Montañas Rocosas, con unos 22 km de longitud.

Toda la gente debía estar en los barcos turísticos que van hacia Spirit Island. A nosotros la excursión no nos llamaba mucho la atención, ni tampoco el lago… Después de haber visto tantas maravillas de la naturaleza, este lugar no nos resultó tan especial. Además, comenzó a llover, así que volvimos rápidamente al coche y logramos librarnos del gran diluvio que cayó poco después.

Esta carretera especialmente muestra los destrozos del incendio del 2024 que fue causado por unos rayos y más de 35.000 hectáreas fueron afectadas. Verdaderamente es una imagen desoladora y que más me impactaron. Aunque puedes visitar bastantes zonas del Parque Nacional, hay algunas que siguen cerradas como el Valle de los 5 Lagos.

De vuelta a Jasper para comer algo paramos en dos lagos que están pegados, Lago Edith y Lago Annette, aparcamos en medio de los dos así fuimos andando de uno a otro. 

El lago Edith es pequeño y tranquilo, perfecto para fotos pintorescas con reflejos. El lago Annette, en cambio, es más grande y popular entre grupos y familias, ideal para hacer picnic, salir en kayak o bañarse. Entre nosotros también rondaba la idea de bañarnos, pero el día no acompañaba.

Fuimos a reponer fuerzas con mi comida favorita: mexicana, en Su Casa Mexican Lounge. Comimos un burrito que estaba espectacular.

Para la tarde habíamos dejado Pyramid Lake, aunque quizá no fue la mejor idea después de comer… que se lo pregunten a mi madre, que no disfrutó mucho de las curvas del camino. El lago recibe su nombre por una formación rocosa con forma de pirámide y, aunque es pequeño, está rodeado de montañas que lo hacen especial. En medio se encuentra una islita encantadora, Pyramid Island. La vista desde el puente de madera que lleva hasta ella es preciosa.

Antes de volver a nuestro alojamiento que, por cierto, no lo había mencionado, pero era genial. No era una cabaña pequeña como pensábamos, sino una auténtica casa de madera con cuatro habitaciones. ¿Para qué tantas? Pues porque no tenían disponible la que habíamos reservado, así que no pusimos pegas y nos quedamos con aquella “mansión” en medio del bosque.

En fin, a lo que iba: de camino paramos en Nesters Market, un supermercado que está justo frente a una gasolinera y con wifi abierto (bendición, porque en Jasper no vimos ni una rayita de cobertura jaja). Allí compramos cena y desayuno, y después nos fuimos directos a descansar a Jasper East Cabins donde teníamos el alojamiento.

Día 11: Jasper – Hope

Hoy nos esperaba un laaaargo día de coche por delante. De Jasper a Vancouver hay unos 800 km, casi 9 horas de carretera. Por eso decidimos ir conduciendo tranquilos y, cuando llegara la tarde y el cansancio, parar en algún pueblo cercano a Vancouver. Menos mal que éramos dos conductores y podíamos turnarnos. Además, en los días previos había habido incendios y no sabíamos si algunas carreteras estarían cortadas. Lo mejor era tomarse el día con calma.

Antes de despedirnos de Jasper, la fauna y la naturaleza canadiense nos dieron una última sorpresa. El coche de delante frenó de golpe, acababa de cruzar por la carretera un alce ¡Increíble! Saqué la cabeza por la ventana del techo y después medio cuerpo para poder contemplarlo bien. Sus cuernos medían más de medio metro… ¡Qué locura! Ahora sí, me despido de las Montañas Rocosas. Ha sido un auténtico placer.

Paramos a comer en Kamloops, una de las ciudades que habíamos barajado para dormir pero era pronto y aún no habíamos hecho el cambio de conductor así que después de una buena burguer proseguimos con el viaje.

Sobre las 18:00 llegamos a Hope y aquí sí que decidimos quedarnos. Ya estábamos a apenas dos horas de Vancouver y parecía un buen lugar para pasar lo que quedaba de tarde y noche. Habíamos mirado varios hospedajes por Booking y, al llegar, fuimos directamente al Slumber Lodge Motel. Tenían habitaciones disponibles y el precio no estaba mal, así que pagamos, dejamos las maletas y salimos a buscar algo de cena y a dar un paseo por el Fraser River.

Hay que decir que aunque el parque nacional lo dejas después de una hora de atravesar el pueblo de Jasper, el resto del camino sigue siendo precioso; muy espectacular.

Día 12: Vancouver (McArthurGlen Designer Outlet, Stanley Park, Canada Place, Harbour Green Park y Downtown)

Con ganas de llegar a Vancouver, nos despertamos temprano y sobre las 8:00 ya estábamos en camino hacia la gran ciudad. En el coche íbamos decidiendo qué haríamos al llegar, ya que la entrada al Airbnb no era hasta las 16:00. Eso sí, escribimos a la dueña por si nos podía dejar entrar antes en caso de que el alojamiento ya estuviera listo. Decidimos hacer planes con el coche, ya que el resto de los días no lo tendríamos, así que aprovechamos para visitar un outlet cerca del aeropuerto, con la ilusión de volvernos locos como cuando vamos a los outlets de Estados Unidos.

La llegada a Vancouver fue un poco caótica: muchos carriles, mucho tráfico y muchos coches, pero con paciencia y algo más tarde de lo esperado, llegamos al outlet y realmente valió la pena. Había muchas marcas y buenos descuentos, así que todos salimos con un par de deportivas, ropa y bolsos.

De aquí fuimos a Stanley Park, un parque rodeado de océano por tres lados y con más de 400 hectáreas, uno de los más grandes de Norteamérica. Con el coche hicimos un par de paradas, primero para contemplar el Lions Gate Bridge desde lejos y luego para verlo desde arriba en un mirador, asegurándonos de llevarnos una de las imágenes más icónicas de Vancouver.

La casera nos avisó de que el apartamento ya estaba listo. Aparcamos abajo del Airbnb, un rascacielos en Abbott Street, subimos las maletas y nos dirigimos al Avis de Hornby Street para devolver el coche. Después, cruzamos a un mexicano que estaba justo enfrente para disfrutar de unos tacos riquísimos ¿A dónde si no?

Después, fuimos paseando hasta la bahía de Vancouver y visitamos Canada Place para disfrutar de las vistas del skyline y del puerto. También nos quedamos anonadados con los hidroaviones, que no paraban de despegar y amerizar en el agua. Desde allí, seguimos hasta Harbour Green Park, un pequeño oasis en pleno downtown de Vancouver, donde había gente corriendo, paseando y pasando un buen rato en el césped. Me gustó mucho.

Subimos por Bute Street para llegar al corazón comercial de la ciudad, Robton Street. Cuenta con más de 150 locales entre cafés, tiendas, restaurantes…

Paramos en un IGA para comprar cenas y desayunos para los próximos días y nos fuimos a disfrutar del apartamento, que contaba con jacuzzi, piscina, sauna y gimnasio… y unas vistas espectaculares.

Día 13: Vancouver (Gastown, Chinatown, Science World y Downtown)

Tenía unas ganas tremendas de visitar Vancouver desde hace años. Cuando pensaba en esta ciudad, se me asemejaba a Sydney: organizada, limpia, moderna, futurista, con gente amable… pero pronto iba a descubrir que el Vancouver actual no ofrece esta imagen.

Hoy por la mañana visitaremos los barrios de Gastown y Chinatown, que están justo detrás de nuestro apartamento. Empezamos callejeando hasta llegar a Gastown, el barrio histórico de Vancouver que fue fundado en 1987 y origen de la ciudad. Sus calles empedradas, faroles de gas, el famoso Reloj de Vapor y la arquitectura victoriana te transportan a otra época. Además de su valor histórico, el barrio se mezcla con la modernidad, ya que está lleno de boutiques y galerías de arte súper exclusivas. Además es una buena zona para hacerte con los souvenirs a mejor precio.

Pero bueno, como venía vaticinando, lo que más me sorprendió de esta zona no fue su historia pasada, sino su presente. Desde hace unos años, el fentanilo ha entrado de lleno en la ciudad, una droga hasta 100 veces más potente que la morfina. Deja una imagen impactante: calles llenas de personas bajo los efectos de las drogas, incapaces de sostenerse, tirados en el suelo… La visión de verlos pinchándose y consumiendo sustancias no se me quita de la cabeza. Ahora, cuando pienso en Vancouver, no pienso en la ciudad maravillosa que imaginaba, lo primero que me viene a la mente es el fentanilo. Imaginamos que en la zona de Gastown hay varios puntos de apoyo a los drogadictos (duchas, asistencia sanitaria, puestos de comida…) de tal forma que se concentra muchísima gente; especialmente en la calle Hastings, aunque lo cierto es que es una cruda realidad repartida por toda la ciudad. (Pequeña reflexión: desde hace años se viene oyendo del problema del fentanilo en casi todo el mundo, pero muy especialmente en USA. Sin embargo, hemos de decir que en Seattle era una realidad mucho menos significativa, fueron casos muy aislados los que vimos. Imaginamos que en Estados Unidos los apartarán de las zonas más turísticas o transitadas).

Después de explorar Gastown, fuimos paseando a Chinatown uno de los barrios chinos más antiguos de Norteamérica. Sus calles estaban llenas de tiendas de productos asiáticos, mercados, restaurantes y coloridos letreros en chino. Además, el barrio cuenta con un gran arco tradicional a la entrada y con un jardín clásico chino, el Dr. Sun Yat-Sen Public Park, que incluye pabellones, puentes, plantas, bonsáis y un pequeño estanque.

Para acabar la mañana paseamos hasta False Creek, donde nos esperaba uno de los edificios más icónicos de la ciudad y que ya habíamos podido admirar desde la terraza del apartamento, el Science World. Una enorme cúpula plateada en forma de esfera, construida para la Expo 86 que alberga un centro de ciencias interactivo.

Volvimos al AirBnB atravesando Creekside Park y Concord Community Park, una zona bastante nueva y verde donde se puede ver parte del skyline de la ciudad. La gente pasea, juega, corre, pedalea…

Por la tarde decidimos pasear con calma por las avenidas centrales de la ciudad, entrar en las tiendas, centros comerciales y galerías. Entre los edificios que más nos gustaron se encuentran: Biblioteca Pública, Art Gallery, Deloitte y Telus.

Día 14: Vancouver (Granville Island, Granville Street y Davie Village)

Último día en Canadá antes de volver a Barcelona. Mientras que alguno vive en vacaciones constantes y otros aún tenían un par de semanas libres, yo en dos días ya volvía a trabajar. Eso sí, me tocaba viajar a Italia por trabajo… y creo que pensar en las pizzas que me iba a comer me quitaba un poco la pena de regresar.

Para hoy habíamos dejado Granville Island, una pequeña península convertida en un centro cultural, gastronómico y artístico. Fuimos caminando desde el alojamiento, aprovechando para atravesar el centro y recorrer la calle Granville. Cruzamos el puente del mismo nombre para llegar al corazón de la isla, el Public Market. Es un mercado enorme lleno de puestos de comida fresca, dulces, cafés y productos locales. Redesayunamos nada más llegar unas sopas de cebolla y salmón cubiertas con una masa de hojaldre, y luego dimos una vuelta por el mercado y las tiendas de artesanía y galerías de arte. El ambiente contrasta con el resto de la ciudad, ya que es más alternativo y bohemio, además de muy colorido y alegre. Nos sorprendió para bien ya que cuando cruzábamos el puente y veíamos el mercado por arriba no daba para nada esta imagen.

Acabamos paseando por la orilla desde donde hay unas vistas panorámicas espectaculares del skyline de Vancouver. Desde allí tomamos un ferry para ir al otro lado, que tarda apenas un par de minutos y cuesta 4€ por persona,  y después nos dirigimos a Davie Village.

Atravesamos todo el barrio de Davie Village que es el centro de la comunidad LGBTQ+, compramos en el IGA algo de comida y nos fuimos al AirbBnB.

Aprovechamos la tarde para ir a comprar a Water Street, en Gastown, los souvenirs que mi madre nunca puede dejar de comprar: imán y taza. Ya que estábamos, me compré yo también una taza para mi casa nueva. El resto de la tarde fue de gimnasio, jacuzzi, sauna… y maletas.

Día 15: Vancouver – Barcelona

Llegó el momento: toca despedirse. Había reservado un Uber por 22€ para que nos llevase al Aeropuerto Internacional de Vancouver, así que con gran pena damos por terminadas las vacaciones que durante varios meses habíamos estado preparando y soñando, y que tan rápido se disfrutan. Pero nos queda una de las mejores partes: recordarlas, ver las fotos, escribir el blog y ser conscientes de la gran suerte que tenemos de recorrer el mundo, y encima de la mano de nuestras personas favoritas.

La vuelta la hicimos con Air Canada: Vancouver–Toronto, con una escala de 3 horas, y luego Toronto–Barcelona.

¡Nos leemos muy pronto en un nuevo Vuelo!


Os dejo con algunas conclusiones:

El punto de mayor interés de este viaje eran Las Rocosas; nosotros echamos de menos algo muy importante para nosotros y es el poder vivir los sitios que visitamos, es decir, podernos bañar en los ríos y lagos (sin tener que hacer heroicidades), poder alquilar unas canoas (pero no a 70 euros media hora), poder tomar tranquilamente un café en un sitio contemplando la naturaleza (son parques nacionales y no existe esta opción), ver actividad humana en plena naturaleza (no existe)… es decir, es un viaje para caminar y ver Naturaleza; pero igualmente hay que decir que el nivel de belleza de estos paisajes es difícil encontrar por el mundo por lo que a pesar de estas limitaciones el viaje está más que justificado.

Los precios son muy elevados comparados con los precios en España; esto hace que vayas controlando cuánto y dónde entras a consumir y comprar.

Si decides visitar las Rocosas (si eres un gran viajero creo que es un lugar imprescindible) debes reservar el alojamiento con mucho tiempo de antelación y procurar hacerlo en las localidades de Banff y Jasper sobre todo por estar en la mejor  ubicación para llegar a los puntos más importantes.

Creo que ha quedado claro que la naturaleza aqui es bestial, pero para nosotros las ciudades también son muy importantes cuando hacemos turismo. Sin embargo tanto Calgary como Vancouver consideramos que son ciudades agradables, con cosas muy bonitas, pero de forma general no merecen la pena, aunque esto es compatible con el hecho de que deben ser  ciudades con una calidad de vida buenísima. Y  por otro lado, Banff y Jasper son pueblos sobre todo creados para acoger a las hordas de turistas.


La única regla de los viajes: vuelve cambiado.

Anne Carson

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2 comentarios sobre “VIAJE POR CANADÁ: CALGARY, BANFF, JASPER Y VANCOUVER, CON PARADA EN SEATTLE

  1. !Hola Paula!Me encantó el blog de vuestro viaje. Siempre aprendo cosas: lo del app para lo de los pasaportes está muy bien. No lo sabía.  Tampoco sabía lo del spray para los osos. 🐻 Lo del fentanillo se está  extendiendo tantísimos por todas partes. Los centros de cubas grandes ciudades se están convirtiendo en gremios de gente dragada que parte el corazón al verlo  un beso muy grande y hasta pronto. Sent from my iPad

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