REDESCUBRIENDO NUEVA YORK

¡Bienvenidos de nuevo al “Vuelo”! He estado desaparecida del blog, pero viviendo nuevos mundos. Desde el último “Vuelo» han cambiado algunas circunstancias personales: ahora vivo en Dublín, aunque quizá ya por poco tiempo más. En un futuro próximo ya  os contaré sobre esta maravillosa tierra y gentes.

El caso es que después del gran paréntesis del Covid, en septiembre del 2021 decidí venirme a Dublín sola. Mis objetivos principales eran perfeccionar el inglés y dar un giro a mi vida. Evidentemente me invadió un cierto miedo, incertidumbre, pena, ilusión, expectativas…

Por fortuna el primer mes en Dublín conocí a un grupo de gente maravilloso que ha formado parte de mi vida durante todos estos meses. En marzo/abril del 2022 Clauxi, Marina, Dani, Javi, Jose y Pablo empezamos a pensar en unas vacaciones juntos.  Tras muchas propuestas, EEUU nos satisfizo a todos. El plan sería: 

  • Pasar cinco días juntos en Nueva York, 
  • Después todo el grupo, menos yo, volaría al Oeste Americano para hacer un recorrido por Los Ángeles, El Gran Cañón, Las Vegas… 
  • Y yo, que tenía menos días de vacaciones, me quedaría 4 días más en NY. De esta forma podría volver a disfrutar y redescubrir una ciudad que me había dejado maravillada en 2 ocasiones anteriores.

Antes de cada aventura, desde hace ya muchos años, siempre contrato mi seguro de viaje con IATI. Me da tranquilidad saber que, ante cualquier imprevisto, estoy cubierta y puedo disfrutar al máximo sin preocupaciones.

Y lo mejor es que gracias a vosotros, me han dado un 5% de descuento si reservas tu seguro desde este enlace

A continuación paso a relataros el viaje día a día.

Martes 26 de julio:

Madrid amanece a las 7:07. Más tarde que yo; ya llevo un buen rato despierta. Quiero irme al aeropuerto. Los nervios me invaden. Un gran viaje va a empezar. Gran expectación de encontrar momentos únicos. Compartir vivencias con mis amigos. Intentar sentirme ciudadana de NY. 

Mientras tenía estas sensaciones se hizo la hora, cogí mis maletas, cruce la puerta del Sol y después de un par de transbordos en el Metro llegué al Aeropuerto Adolfo Suárez (Un dato, el Aeropuerto de Madrid cambió su nombre en honor a Adolfo Suárez que además de político fue buen amigo de mi tío abuelo).

Allí ya me esperaban Clauxi y Sergio que venían de Santander, mientras esperábamos las tarjetas de embarque llegaron Dani desde Barcelona, Javi desde Mallorca y Pablo desde Alicante… lo mejor de cada casa. Y aún faltaban los malagueños, Marina y José, que volaban a NY directamente desde Dublín ¡Un buen equipo!

Al llegar al Aeropuerto Internacional John F. Kennedy desde nuestra terminal cogimos el shuttle hasta la salida. Allí compramos la tarjeta de transporte MetroCard para una semana por un precio de 33$ y con la que puedes viajar sin límites con los buses y metros de la ciudad.

Sobre las 21.00 de la noche de ese mismo día llegamos a nuestro Airbnb situado en Nueva Jersey, que aunque es otro estado simplemente hay que atravesar el río Hudson con un tren llamado PATH. Allí nos reencontramos con José y Marina que habían llegado poco antes que nosotros. Como estábamos rotos del viaje y con el cambio horario nos quedamos en el apartamento cenando algo.

Miércoles 27 de julio:

Eran las 5.30 de la mañana cuando empezamos a despertarnos (6 horas de diferencia horaria con España), nos duchamos, cambiamos y nos fuimos a un supermercado que teníamos cerca para comprar desayunos y cenas (las comidas decidimos hacerlas fuera). Sobre las 10.00 nos pusimos rumbo a la gran manzana ¡Qué emoción! 

Entre Clauxi y yo preparamos una ruta orientativa para que nuestros amigos en tres días pudiesen ver lo más significativo y tuviesen una idea de lo que es la ciudad. Yo tenía 4 días más para perderme por cada calle. Así que este Vuelo podríamos decir que va a tener 2 guías, una para ver NY en pocos días y otra para ver el NY menos turístico.

Nuestros primeros pasos fueron hacia el intercambiador El Oculus, que es una estación y centro comercial diseñado por el arquitecto español Santiago Calatrava, su intención era imitar la forma de un pájaro alzando el vuelo desde la mano de un niño. Dejando de lado la polémica que casi todas las obras de Calatrava suscitan, la visión es apoteósica desde el interior y muy llamativa desde el exterior.

Visitamos la Zona 0, donde estaban situadas las Torres Gemelas… Ahora dos grandes fuentes nos recuerdan a las víctimas y a los héroes del 11-S. con gran respeto, y a la vez se mira al futuro con un nuevo y modernísimo World Trade Center.

Todo resulta muy grandioso y emotivo. Sobre los nombres de las víctimas hay dispersas numerosas rosas blancas puestas por la gente. Se respira un ambiente de respeto, tristeza y tributo. 

Desde aquí fuimos paseando hasta el distrito financiero para ver lo más significativo de esa zona: Wall Street, que es la calle principal, el famosísimo edificio de La Bolsa, el Federal Hall que es el antiguo Congreso en el que George Washington se juramentó como primer presidente de EEUU, y El Toro que fue instalado en 1989 por su escultor Arturo di Modica sin permiso frente a la Bolsa de Nueva York en un acto de «vandalismo artístico», pero que ante la buena acogida del  público el ayuntamiento decidió trasladarla al Bowling Green Park, el pequeño parque público más antiguo de la ciudad.

Después del paseo tomamos el ferry a Staten Island, que sale desde el Battery Park, la punta sur de Manhattan. Es un paseo muy agradable y ofrece una forma de ver la Estatua de la Libertad en toda su espectacularidad, sin colas y gratis (el ferry es gratuito). En 30 minutos llegas a Staten Island. Allí si quieres puedes darte una vuelta por el Outlet que hay a escasos minutos y hacer el recorrido de vuelta igualmente gratis. 

Después de relajarnos en el ferry de vuelta fuimos dirección al Pier 16 para ver las vistas del puente de Brooklyn, comer y coger un metro hasta DUMBO, en Brooklyn.

El nombre DUMBO proviene del acrónimo «Down Under the Manhattan Bridge Overpass» y se refiere a la ubicación del barrio justo debajo del puente de Manhattan. Hace no mucho este barrio era un conjunto de fábricas y almacenes, pero los nuevos vecinos del barrio, que en su mayoría eran artistas y bohemios, lo cambiaron y actualmente es un conjunto de arquitectura industrial que cuenta con los últimos movimientos culturales y de diseño y con locales muy modernos.

Después de las correspondientes fotos fuimos a Pebble Beach que ofrece una maravillosa vista de Manhattan y del puente de Brooklyn. Ver el atardecer desde aquí es una completa maravilla.

Cruzamos andando el puente de Brooklyn, experiencia maravillosa, a pesar de ser un puente muy conocido para todos, resultan impresionantes su magnitud y las vistas que hay hacia todos los lados.  Ya de nuevo en Manhattan tomamos un metro dirección Midtown donde subimos a la azotea del Hotel Marriott para tomar algo con unas magníficas vistas del Empire State.

Acabamos el día en el corazón de NY, Times Square, admirando las grandes pantallas y la cantidad de gente allí reunida… tanta que nos agobiamos (está claro que toda ciudad tiene sus sitios simbólicos pero lo habitual es que no suelen ser los lugares más interesantes). Después nos fuimos al apartamento a descansar y recargar energía para otro día sin parar.

Jueves 28 de julio:

Volvemos a levantarnos pronto por el jet lag. Desayunamos y ponemos rumbo a Little Island, en el río Hudson a la altura del barrio de Chelsea, una  isla flotante sobre el río Hudson con un diseño que combina naturaleza y arte y que tiene apenas un año de vida. El acceso es gratuito, pero se prevé que tendrán que limitar la entrada, por lo que quizá en un futuro haya que hacer reserva para acceder.

A 5 minutos de Little Island se encuentra Chelsea Market que es una mezcla entre mercado y food hall. Además como anécdota en este mercado se inventaron las galletas Oreo cuando este edificio era todavía la fábrica de Nabisco. Se pueden encontrar referencias en las paredes del mercado.

Una vez visitado el mercado recorrimos el High Line que es un parque elevado construido sobre una antigua vía de tren. Tiene una distancia de 2,3 km y es un paseo muy vital, con un ajardinamiento muy bonito y con  una vista diferente de la ciudad.

En el extremo sur del paseo está la nueva sede del Whitney Museum y según vas subiendo te encuentras otras auténticas joyas arquitectónicas como el edificio diseñado por Zaha Hadid, la famosa arquitecta iraqui, y al final del recorrido te encontrarás con la joya de la corona: Hudson Yards.

Es una zona con algunos de los rascacielos más lujosos de la ciudad como el Edge donde puedes subir al observatorio; también está la loca escultura The Vessel, que es una escalera que va hacia el cielo para poder soñar con más facilidad. Por supuesto también hay decenas de estupendas  tiendas en el centro comercial The Observatory donde en la parte baja podrás encontrar el mercado Little Spain del Chef José Andrés y los hermanos Ferran y Albert Adrià.

Desde esta zona tomamos un metro hasta Bryant Park, en el centro de Manhattan. Allí nos sentimos un poco neoyorkinos comiendo unas fajitas que nos habíamos preparado por la mañana. 

Después de relajarnos en el parque nos fuimos a ver la entrada de la Biblioteca Pública, una de las más importantes del mundo. De aquí visitamos la Grand Central Terminal donde fuimos unos más de esos 250.000 viajeros que pasan diariamente por la estación. Aquí mi amiga Marina, muy fan de Gossip Girl, estuvo realmente fascinada por estar donde había estado la mismísima Serena Van der Woodsen.

También hay que mencionar que las inmensas bóvedas de ladrillos fueron creadas por el arquitecto valenciano Guastavino.

Subimos por la Quinta Avenida. No puedo evitar mencionar el gran recuerdo de 2012 cuando en mi segundo viaje a NY mi tío alquiló una limusina para ir  desde el aeropuerto al hotel y tuvo que recorrer parte de la Quinta: yo me sentía Audrey Hepburn en Desayuno con Diamantes. Como iba contando, por la Quinta Avenida llegamos hasta la Catedral de San Patricio, porque como buenos Dublineses  adoptivos teníamos que honrar al Patrón de Irlanda.

Justo enfrente de la catedral se encuentra el Rockefeller Center.  Allí nos entretuvimos viendo a niños y no tan niños patinar y cómo la gente jugaba en una fuente en la que aparecen y desaparecen los chorros de agua. Marina, Javi, Pablo, José y Dani decidieron meterse para salir empapados, jeje… yo, claro, los miraba y grababa desde fuera.

Cogimos un metro y nos fuimos a Roosevelt Tramway donde habíamos quedado con Clauxi y Sergio que se habían ido a dar una vuelta en helicóptero, así tan tranquilamente lo cuento… con una envidia tremenda, claro. 

Cogimos el teleférico (puedes utilizar la tarjeta MetroCard) que va desde Manhattan a la Isla de Roosevelt y donde puedes disfrutar de unas vistas diferentes de la Gran Manzana y además sin apenas turistas.

Para acabar el día decidimos ir al Central Park. Quizá el parque más sugerente del mundo. Según íbamos hacia allí cada uno de nosotros iba reviviendo sus propias referencias: escenas de películas, la estrella de John Lennon, el gran lago, el Metropolitan, el Museo de Ciencias, el Dakota, los puentes… Estábamos esperando para cruzar en la esquina de la Quinta Avenida con la Calle 59 cuando de repente los chicos dijeron “Uy, cómo se parece ese chico de la bici a De Jong (jugador del Barcelona)”. Se vuelven a girar y… “¡Pero si es Lewandowski”! Con la mala suerte de que el semáforo se puso en verde y se esfumaron. Ya os podéis imaginar la mala leche que les entró a los chicos de no haberse dado cuenta de que eran ellos antes y así haberlos parado. Bueno, creo que a día de hoy siguen lamentándose. En términos futbolísticos diríamos que fue una mala jugada. Pero qué sensación de estar en el centro del mundo, de estar en un sitio en el que te puedes encontrar a cualquier gran personaje mundial.

Después de la gran impresión, nos dejamos perder por el Central Park.  En nuestro largo deambular por el parque llegamos a un sitio en el que estaban jugando un partido de béisbol y nos quedamos a verlo. Allí entre strike’s, out’s, safe’s y home runs no éramos conscientes que al día siguiente algunos del grupo cumpliríamos un sueño.

Viernes 29 de julio:

Último día que teníamos para pasarlo todos juntos por la ciudad. Decidimos empezar el día por el SoHo (acrónimo de South of Houston) que es uno de los barrios más populares de Nueva York. Alberga un sin fin de tiendas, muchas de lujo, con unos escaparates cuidadísimos, y galerías de arte. Además es también muy conocido por sus edificios de hierro fundido, las escaleras exteriores de emergencia y sus calles adoquinadas. 

De camino al SoHo Marina nos habló de una web donde sacar entradas para partidos de béisbol en el mismísimo estadio de los Yankees y daba la casualidad que esa misma tarde había partido. Yo no sé vosotros, pero yo lo vi claro ¡Había que ir sí o sí! Aún no habíamos llegado al SoHo y ya teníamos nuestras entradas para el partido que había por la tarde en el Yankee Stadium.

Estuvimos recorriendo este arty barrio de los ’70 y ’80 hasta llegar a Chinatown. Nos costó un poco encontrar las calles más bulliciosas. Yo lo recordaba con más encanto y me decepcionó un poco. 

Comimos en un típico restaurante local en el que creo que los únicos turistas éramos nosotros. Marina y Clauxi con los primeros bocados tuvieron suficiente. Eran unos sabores muy diferentes a lo que estamos acostumbrados en los chinos de España. Está claro que China es un país inmenso y que la gastronomía varía mucho de unos sitios a otros.

Desde Chinatown tomamos un metro hasta Central Park para ver zonas que no habíamos visto el día anterior y así estar más cerca del Bronx, donde se encuentra el estadio de los Yankees

A las 19.00 empezaba el partido, pero nosotros queríamos vivirlo plenamente; así que sobre las 17.30 ya estábamos allí comprándonos nuestras camisetas y gorras. Entramos y nos regalaron un vaso del equipo (yo pensé que me lo habían acertado porque mi madre colecciona vasos de cerveza de diferentes países).

Después de hacernos las fotos de honor y rigor fuimos a buscar nuestros asientos y empezamos a disfrutar del SHOW, así en mayúsculas, porque si una cosa hacen los americanos bien es montar espectáculo. Yo lo viví doblemente, como amante del deporte y como profesional de la gestión deportiva. No podía perderme detalle de todo aquello.

Cuando el partido estaba acabando decidimos irnos unos cuantos al Top Of The Rock para ver NYC desde lo más alto. Llegamos sobre las 21.30 a Rockefeller y bajo una lluvia veraniega. Estas dos circunstancias, la hora y la lluvia, nos dieron la suerte de no hacer cola y de estar solos. Solo quedaba disfrutar de la ciudad.

Nunca olvidaremos esa noche. Y como decía Frank Sinatra, ya todos veíamos nuestra despedida en unas horas y solo queríamos seguir disfrutando y disfrutándonos. “Start spreading the news. I am leaving today. I want to be a part of it. New York, New York…”

Sábado 30 de julio:

Últimas horas juntos. Preparamos nuestras maletas y mientras unos se van a hacer la colada los demás nos quedamos limpiando y arreglando el apartamento.

Sobre las 12.00 nos fuimos dirección Penn Station donde Marina, Clauxi, Sergio, Dani, Javi y José cogieron su tren al aeropuerto y yo mi metro al barrio de Chelsea, donde me alojaría las siguientes 4 noches.

Empezaba mi aventura sola en la Gran Manzana ¡qué nervios! Para reservar el alojamiento utilicé la app Hostelworld, que es el Booking de los hostales. Yo buscaba un alojamiento no muy caro y que estuviera céntrico. Encontré Chelsea International Hostel.  El precio de una habitación individual con lavabo y baño compartido fue de 100$ la noche. Tras quedarme sola hacia allí me dirigí.

Después de descansar un poco ya estaba lista para empezar a redescubrir la ciudad, sin mapa, sin tiempos… solas mi cámara y yo. La ubicación del hostal era inmejorable, estaba en pleno Chelsea, uno de mis barrios favoritos de NY, cerca del Chelsea Market, del High Line, del Flatiron y de la 5th Avenue.

Decidí poner rumbo al Flatiron por la Quinta Avenida. Cuando llegué a Flatiron Plaza os podéis creer que no veía el Flatiron… pero allí estaba, todo tapado, en plena restauración. La verdad que tenía un recuerdo muy bonito y me fastidió un poco no poder verlo con toda su esencia. 

Mientras caminaba por la calle Broadway y disfrutaba del ambiente fui entrando en varias tiendas, una de ellas Target, ya que me encanta ver supermercados, sobre todo los americanos, que tienen productos muy diferentes. Me compré unas Chips Ahoy con Reese’s, para amenizar el paseo hasta Hudson Yards, que estaban buenísimas.

Me gustó tanto Hudson Yards cuando fui con los chicos que quería volver a disfrutarlo. Al ser sábado por la tarde había un ambiente increíble y volví a recorrer el High Line, pero esta vez en sentido contrario hasta Chelsea Market, que estaba a rebosar.

También volví a Little Island; tenía mucha vida. Los jardines estaban llenos de gente disfrutando de sus amistades, del sol y de sus picnics.

Callejeando por el maravilloso Chelsea llegué a mi habitación y planeando el siguiente día me quedé dormida.

Domingo 31 de julio:

Empecé el día paseando por el barrio hasta llegar a Meatpacking, una zona cercana donde antiguamente se encontraba la industria cárnica, de ahí el nombre. Es una zona que mantiene un cierto aspecto industrial actualizado con elementos de nuevas tendencias. Un contraste genial.

En este distrito se encuentra el nuevo Whitney Museum desde el que tendréis unas vistas inmejorables de la ciudad. El museo fue construido por Renzo Piano (uno de los creadores del Centre Pompidou en París y del edificio The Shard en Londres). En su interior se encuentran más de 18.000 obras.

Después de perderme por todas las calles posibles tomé un metro hasta el Word Trade Center. De mis viajes anteriores a NY tenía el recuerdo de un centro comercial cerca del WTC con unas palmeras en su interior, y la noche anterior, con la ayuda de mi tío, dimos con el centro comercial en el mapa. Así que allí me planté.

El centro en cuestión es el Brookfield Place, un complejo de varios edificios que tuvo que ser renovado tras los atentados del 2001. El espacio principal del centro comercial es impresionante, cuenta con una cristalera inmensa que sirve como invernadero para 16 palmeras.

Una vez fuera del centro comercial puedes disfrutar de un agradable paseo al lado del río Hudson y de unas vistas de New Jersey. Y este paseo escogí para ir en dirección al Ferry de Staten Island.

Volví a tomar el ferry, ya que como comenté más arriba, al lado del embarcadero de Staten Island hay un outlet y yo tenía tan buen recuerdo de los de Las Vegas y Los Ángeles que fui en busca de algún chollo. Aquí un pequeño dato, hay un Outlet mucho más grande con muchas marcas a las afueras de NY llamado Woodbury Common Premium Outlets, pero costaba como una hora y media llegar y tampoco tenía un gran interés en comprar, por lo que decidí ir al de Staten Island que estaba más cerca y el paseo en ferry es muy agradable.

No había muchas tiendas, pero es un espacio muy nuevo que seguro que en un futuro le hace la competencia al de Woodbury. Si no buscas algo de Levi’s, Guess o GAP no vale mucho la pena.

Por la tarde fui andando desde el Hostal hasta el SoHo pasando por Greenwich Village, un barrio que ha sido siempre un santuario de cultura alternativa, de hecho en los 60 atrajo a muchos músicos y como resultado nacieron nuevos géneros musicales y artistas como Bob Dylan que incluso menciona The Village en algunas de sus canciones. Y con este ambiente de libertad nació el movimiento gay.

También atravesé Washington Square en donde destaca un arco de triunfo construido para celebrar el centenario de la toma de posesión del primer presidente de los Estados Unidos, George Washington. Esta plaza está al lado de la Universidad de Nueva York, por lo que hay un ambiente muy juvenil. Además este lugar es conocido por sus encuentros, mítines políticos, protestas y también por sus actividades culturales. Me llamó mucho la atención la cantidad de puestitos que había alrededor de la fuente. Para mi sorpresa eran Dealers (vendedores de hierba) y es que desde principios de este año es legal el consumo de marihuana en todo el país… la verdad es que se puede ir oliéndola por toda la ciudad.

Una vez en el SoHo me dejé llevar por sus calles y sus gentes, para acabar en una librería que bien merece una visita, The Strand Bookstore que cuenta con más de 2 millones de libros de segunda mano. Un universo de libros.

Por la noche me reencontré con Balma, una amiga de Castellón, a la que hacía muchos años que no veía y me enseñó el ambiente nocturno de NY. Estuvimos tomando algo por la zona de Greenwich Village. Dos castelloneras «En Tierra Extraña» como decía Concha Piquer.

Lunes 1 de Agosto:

Empecé el día desde Madison Square Park. El plan para esa mañana lluviosa era recorrer la Quinta Avenida de principio a fin e ir haciendo paradas en las diferentes tiendas y sitios de interés.

Esta Avenida está repleta de apartamentos de lujo y de mansiones históricas, además es un símbolo de la bonanza económica de la ciudad. No paraba de mirar hacia arriba, admirando todos los edificios, sus fachadas, sus alturas… y el Empire State, que fue el edificio más alto del mundo durante cuarenta años hasta 1971, pero sigue destacando majestuoso en el skyline de Nueva York

Seguí caminando hasta llegar a la Biblioteca Pública de Nueva York, que se encuentra en el Bryant Park, y volví a entrar a su espectacular hall. Durante mi paseo fui entrando en tiendas como Vans, The North Face, Urban Outfitters, Adidas, Nike, Hollister… y es que en esta Avenida se encuentran todas las marcas más populares; además entre la calle 34 y la calle 59 están todas las marcas de lujo como Prada, Tiffany, Louis Vuitton, Saint Laurent, Gucci… y tienen unas fachadas muy cuidadas y algunas estrafalarias entradas que bien valen la pena observar ¡Vamos que es una de las zonas de compras más exclusivas del mundo!

Una vez llegué al Apple Store, cogí la calle 57 en dirección a la calle Broadway. Bajé por Broadway hasta Times Square y me quedé otra vez a contemplar todas las pantallas y a pensar en cómo se había desarrollado tanto desde mi última vez en la ciudad, las pantallas se habían multiplicado por 10.

Era la hora de comer y había vuelto a quedar con mi amiga Balma, era su break en el trabajo y me iba a llevar a un italiano donde dice que había probado la mejor pasta del mundo, así que había que comprobarlo. Estábamos en La Pecora Bianca, al lado de la tienda de Porcelanosa, donde Balma trabaja. Pedimos el Roasted Cauliflower como  entrante para compartir y de plato principal la joya de la corona, una pasta al pesto con queso, ES – PEC – TA – CU – LAR. Balma tenía razón, es la mejor pasta que he comido en mi vida. 

Después de una siesta en el hostal me fui a perderme por Central Park. Cogí un metro hasta 72 st. station y me dejé llevar por los caminos del parque hasta llegar a zonas como The Arcade, Bow Bridge, The Ramble y el Castillo Belvedere. Lo que más me gustó fue The Ramble, apenas había gente y parecía que estuvieses en medio de un bosque en el medio de la nada.

Volví andando por una de las arterias principales del parque, West DR hasta el metro de Columbus Circle Station.

Acabé el día en Bryant Park, en donde hacían cine de verano y había un gran ambiente.

Martes 2 de Agosto:

Mis días por Nueva York iban llegando a su fin y me fui a conocer una zona totalmente desconocida para mí por recomendación de Balma, Williamsburg.

Este barrio está al norte de Brooklyn. Es un barrio lleno de arte urbano, antiguas fábricas y almacenes que ahora son restaurantes y parques con vistas a los rascacielos de Manhattan.

Williamsburg es un barrio que está de moda y que atrae a los jóvenes por sus boutiques, cafeterías y restaurantes supuestamente es el barrio más hipster de NY. Además me comentó Balma que aquí viven muchos de los famosos y que cuando ella vivía por la zona se encontró a un cantante de la banda One Direction.

Llegué a la estación de Bedford Ave. y empecé a recorrer cada calle, sin mapa, dejándome guiar por la intuición y por aquellas calles que me despertaban inquietud por conocer.

Mi siguiente destino era DUMBO, así que bordee la costa, entrando en cada parque para contemplar Manhattan hasta llegar al embarcadero de Schaefer Landing para coger un ferry. Os recomiendo coger algún ferry para moveros y así tener otra vista de la Gran Manzana. Este ferry me llevó por debajo del puente de Brooklyn y pude contemplar el Skyline de NY desde el agua, una verdadera pasada y el viaje me costó 2,5$.

Hay diferentes recorridos, os adjunto mapa de las rutas que puedes hacer. Más info aquí.

Después de pasear por Pebble Beach volví a cruzar el puente de Brooklyn, quería volver a pasar por última vez y dejar bien guardada en mi memoria la imagen de esta gran ciudad desde este puente.

Para la tarde me había reservado el último barrio que me quedaba por pasear, TriBeCa (acrónimo que significa Triangle Below Canal. Triángulo debajo de Canal, haciendo referencia a Canal Street).

Este barrio surgió cuando el SoHo se puso tan de moda y los alquileres subieron mucho de precio que los mismos artistas y jóvenes que iniciaron el Soho se mudaron a TriBeCa para repetir el fenómeno. Además Robert de Niro creó el Tribeca Film Center y el TriBeCa Film Festival que han ayudado a la fama de este barrio.

Personalmente este barrio me enamoró y puedo decir que se ha convertido en mi barrio favorito de Nueva York. Y aquí hice más de lo mismo, dejarme llevar por aquellas calles que me llamaban la atención hasta recorrerlo entero.

Para terminar el día y casi el viaje fui a tomarme algo a Mr. Purple, que es un restaurante y bar que se encuentra en el rooftop del Hotel Indigo en el Lower East Side. Un lugar increíble, con unas vistas alucinantes para una última noche de ensueño en NYC.

Os voy a dejar una lista con mi selección de rooftops:

  • Jimmy (SoHo)
  • Westlight (Williamsburg)
  • Electric Lemon (Hudson Yards)
  • STK Rooftop (Meatpacking)
  • RH Rooftop (Meatpacking)
  • Mr. Purple (Lower East Side)
  • Top Of The Strand (Garment District)

Miércoles 3 de Agosto:

Hoy sí que sí tocaba volver a casa. Se habían acabado las vacaciones, pero aún me quedaban 3 días de descanso y reencuentros en casa antes de volver a Dublín.

Tenía 3 horas antes de dejar el Hostal e irme al aeropuerto así que fui a despedirme de la ciudad. Times Square, Empire State, Grand Central y Macy’s para compras de última hora.

Mientras esperaba en el aeropuerto de John F. Kennedy hacía una reflexión sobre el viaje. Habían sido unos días maravillosos con amigos, disfrutando mucho de NY y de nosotros. Quién nos hubiese dicho cuando nos conocimos en Dublín hace un año que la vida nos depararía un viaje tan increíble como el que habíamos vivido. Y luego la gran aventura de quedarme sola, de disfrutar de mi ciudad favorita del mundo con mi cámara y mis airpods. Sin miedo, sin barreras, sin prejuicios, solo NY y yo.

Y esta aventura me ha dado el empujón para lo que se viene. Solo una pista, dejo Dublín en un mes para empezar una nueva aventura un pelín más lejos. Y hasta aquí puedo leer.

Espero que lo hayáis disfrutado, nos vemos pronto en un nuevo Vuelo.


Quien vive ve mucho. Quien viaja ve más,

Proverbio árabe

Se ha producido un error. Actualiza la página y/o inténtalo de nuevo.

Suscríbete a continuación para recibir notificaciones cuando publique nuevo contenido, muchas gracias.

2 comentarios sobre “REDESCUBRIENDO NUEVA YORK

  1. Paula eres una comunicadora excelente. Amena, visual, natural y con el don de trasplantarnos al lugar. Aunque he estado muchas veces en NY, con tu viaje descubierto cosas nuevas y sobre todo otra manera de ver las mismas cosas. Gracias y enhorabuena!

    Le gusta a 1 persona

Replica a Cristobal Cancelar la respuesta