Hola a todos; bienvenidos al nuevo Vuelo de Paula.
Qué ganas tenías de volver a escribiros, eso significa que un nuevo viaje ha sido disfrutado, vivido, exprimido y, ahora, recordado.
Imagino que vosotros, como buenos amantes de los viajes, tendréis un listado de vuestros deseados futuros Vuelos; esos viajes en los que proyectáis una buena cantidad de sueños e ilusiones.
Bueno, pues yo desde luego que tengo mi Lista y el viaje de este verano no formaba parte de ella. Al final las circunstancias de la pandemia, que reducen mucho el número de países a los que se puede viajar aun estando vacunados, nos puso este destino enfrente. Con cierto dolor tuvimos que dejar otros destinos para otros momentos y encaramos esta parte de Los Balcanes con toda la ilusión que siempre supone conocer nuevas tierras, nuevas gentes y nuevas vivencias. El viaje lo decidimos y organizamos un mes antes de la salida; esta circunstancia redujo los alojamientos disponibles.
Pero ya os puedo adelantar que ha sido un gran acierto y que el viaje nos ha llenado de grandes, grandísimos momentos viajeros. Por eso mismo me dispongo a haceros partícipes del recorrido que hemos hecho e invitaros para que lo contempléis para vuestros futuros “vuelos” por el mundo. Además sobre la experiencia que yo he vivido intentaré dejaros consejos que conviertan este maravilloso recorrido en algo todavía mucho mejor. Por cierto, no voy a entrar en los detalles más específicos de cuestiones históricas o artísticas. Para eso están las guías.
La idea del viaje era llegar hasta allí con nuestro coche personal, pero suponía demasiados kilómetros de recorrido por zonas ya más o menos conocidas, por lo que decidimos usar ferris para eliminar horas de conducción.
El planteamiento era:
- Ferry Barcelona – Civitavecchia (a 1h de Roma). Precio 290€ en camarote exterior y el coche. 24 horas aproximadamente de navegación.
- Atravesar Italia de oeste a este y visitar la región de Umbría, en concreto Viterbo, Todi, Perugia y San Francisco de Asís; dedicando a este recorrido tres días completos, y llegar a Ancona en la costa este.
- Ferry Ancona – Split. Aproximadamente 300€ y 12 horas de navegación. Aquí ya empezaría el recorrido.
- Una noche en Split. Desplazamiento hasta Mostar con parada en las Cascadas Kravice; dos noches en Mostar; otras dos noches en Sarajevo y luego ya Dubrovnik.
Por otro lado, nuestro deseo era conocer la máxima cantidad de sitios, pero sin ser esclavos del turismo, ni de un ritmo enloquecido; es decir, encontrar ese punto de equilibrio.
Aquí tengo que hacer una lamentable aclaración y es que este año mis obligaciones laborales me forzaron a incorporarme al viaje en Dubrovnik, perdiéndome toda esa parte. Bueno, aún así quedaba mucho, mucho viaje por delante. Vamos a por ello.
Antes de cada aventura, desde hace ya muchos años, siempre contratamos nuestro seguro de viaje con IATI. Nos da tranquilidad saber que, ante cualquier imprevisto, estamos cubiertos y podemos disfrutar al máximo sin preocupaciones.
Y lo mejor es que gracias a vosotros, nos han dado un 5% de descuento si reservas tu seguro desde este enlace

Dubrovnik
Martes 3 de agosto
El día 3 de agosto un vuelo nos lleva de Barcelona a Dubrovnik. Vuelo barato y corto y a primera hora de la noche ya estábamos allí. Tras alojarnos nos vamos inmediatamente a tener nuestro primer contacto con Dubrovnik. Nada más salir de nuestro apartamento nos situamos en un paseo elevado desde donde se ve todo el lado este de la ciudad.
El breve y bello paseo llena tanto que sin darte cuenta te introduces por la puerta principal… dándote un golpe de belleza y encanto: varios arcos sobre ti, altísimos muros iluminados por una acogedora luz, un recogido puerto donde se mecen pequeñas embarcaciones de lujo sobre un agua perfectamente cristalina, un ambiente tranquilo, restaurantes con un diseño de gran elegancia y poderío… sorprendente. Te vas dejando llevar por las calles, el ambiente es muy tranquilo, nos sorprende tanta tranquilidad; no sabemos si es lo habitual. Callejeamos por caminos de trazado imprevisible, muy tortuoso, con derroche de encantadores y solitarios rincones, escaleras para arriba, para abajo… De vez en cuando se abre ante nosotros el espacio y nos encontramos ante plazas con impresionantes fachadas de palacios de estilo veneciano, iglesias, escaleras majestuosas… Llegamos hasta una calle ancha; claramente es la vía principal (Stradun). Esta calle está llena de establecimientos para satisfacer todas las necesidades de los turistas y además se encarga de concentrar aquí a la masa turística que se crece en sus voces y actitudes ‘botelloneras’. Pero sales de estos espacios más amplios y vuelves a reencontrarte con ese otro mundo mágico y maravilloso.
Llenos de felicidad por el espectáculo que nos ha regalado Dubrovnik nos vamos a descansar.



Miércoles 4 de agosto
Hoy vamos a realizar la visita de las Murallas de Dubrovnik. Decidimos madrugar para evitar las horas de calor y un exceso de turistas, y a las 9,30 h. (como veis el término “madrugar” es muy amplio en su significado) ya estamos pagando la entrada, 20 euracos (cómo se aprovechan). Aunque los 20€ son como una puñalada, a los pocos minutos ya estás convencida de que ha sido una gran inversión. Es un recorrido de más de 2 kilómetros en el que esta joya de ciudad y el mar Adriático quedan a tus pies. La muralla va subiendo o bajando de forma caprichosa ofreciendo una perspectiva diferente de la ciudad a cada paso. Es realmente precioso. Hay que realizar este paseo que a nosotros nos supuso aproximadamente dos horas. Son dos horas en las que vas combinando la identificación de los lugares recorridos la noche anterior con la realización de múltiples e inevitables fotos.






Sin embargo, cuando has cerrado el circuito completo de las murallas y vuelves abajo te das cuenta del cansancio de esas 2 horas ¿Y qué mejor que un refresco y un buen baño? Pues nada, atraviesas la muralla y al otro lado tienes el agua cristalina del Adriático esperándote. Nosotros, en concreto, atravesamos una pequeña puerta bastante escondida y al otro lado de la muralla te encuentras con una zona de rocas que se precipitan hasta el mar. Aprovechando los pequeños espacios llanos que hay han montado el Buža Bar. Aquí junto a unos refrigerios nos damos un baño reconfortante y azul azulísimo (una cerveza 7€).

Seguidamente con el cuerpo fresquito, descansado y encantado damos un paseo perdiéndonos por las callejuelas solitarias de la parte vieja. Cuando parece que el sofoco quiere volver a invadir nuestros cuerpos decidimos ir a otro baño. Salimos por la Puerta Pila de la Ciudad y en 3 minutos llegamos al Puerto Oeste en donde solo hay algunas pequeñas barcas y famoso por ser escenario de Juegos de Tronos (si no me equivoco capítulo 8 de la temporada 5). Cuántos sitios han adquirido fama por esta serie y tantos otros rodajes. Este sitio es como una pequeña cala que a ambos lados tienes elevadísimos muros, uno de la ciudad amurallada y el otro de la Fortaleza de San Lorenzo. Esta pequeña bahía queda dividida en dos por un espigón; en cualquier caso, un lugar ideal para un segundo baño refrescante.


Llegó la hora de la comida y nos fuimos a nuestro apartamento. Previamente compramos comida buena y barata en un supermercado y después una siesta. Pero a las 17 horas con todo el calor y modorra en el cuerpo ¿qué se puede hacer? (Aquí viene uno de los aspectos por los que defiendo esta zona de alojamiento). Pues qué mejor que bajarse a la playa y darse otro baño en esas magníficas aguas. Como ya dije nosotros preferimos la zona de rocas donde el agua está más clara y además no hay nadie. Hay que dejar claro que las playas que pudimos ver por esta zona son todas magníficas pero tan buenas como llenas de gente.


Por la noche volvimos a dar un paseo por la ciudad amurallada buscando nuevos rincones y sensaciones y despedirnos de esta gran ciudad.
Conclusiones de la visita a Dubrovnik:
En principio nos daba cierta pereza esta ciudad por la gran popularidad turística que tiene; y es cierto que hay bastante gente, sin embargo la gente se concentra mucho en determinados sitios y buena parte de la ciudad mantiene un ambiente de tranquilidad y sosiego. La ciudad está totalmente reconstruida, está muy cuidada y está llena de bellos rincones, lo cual es muy agradable a la vista. Sin embargo lo que es realmente conocer la ciudad, es decir, pasearla, entrar en sus iglesias, recorrer sus murallas, observar a la gente… creo que con dos o tres paseos ya es suficiente. Si lo que se quiere es vivir la ciudad en plan desmadre veraniego bailón ya el tiempo de estancia te lo marca el aguante de tu cuerpo o de tu bolsillo.
Nosotros estuvimos día y medio. Creo que merece al menos un día más por ejemplo para subir al Monte SRDJ., ir a alguna isla, subir a la Fortaleza de San Lorenzo y quizá poco más. También se puede usar Dubrovnik como lugar de referencia y desde aquí realizar excursiones de un día para ver los alrededores. No era nuestro caso puesto que nosotros queríamos hacer ruta.
Cavtat (Croacia) y Trebinje (Bosnia H.)
Jueves 5 de agosto
Nuestro siguiente destino era Trebinje, pero antes hicimos una larga parada en Cavtat, a media hora de Dubrovnik. El camino va bordeando la costa desde diferentes alturas de las montañas que caen sobre el Adriatico. Camino muy espectacular y pueblito pequeño con encanto y una apariencia de mucho poderío económico. Aquí almorzamos y nos dimos unos buenos baños.
Al salir de Cavtat nos dirigimos a una gasolinera. Google nos hizo dar una vuelta de 10 kilómetros para llegar a la gasolinera que estaba a 100 metros. Lo comento porque Google Maps tuvo varios errores de este tipo. Para evitarlos procuramos actualizar los recorridos antes de salir de los hoteles, contrastar con los diferentes móviles y observar el recorrido amplio que nos marcaba Google



A mediodía retomamos nuestro camino. Pasamos la frontera de Croacia a Bosnia Herzegovina. Nos pidieron el Certificado de Vacunación de la UE y la Carta Verde del coche (si utilizas tu vehículo para circular en un país extranjero adherido a este sistema, este documento te permite demostrar que tienes contratado un seguro en vigor) y sin demoras ni más problemas en apenas una hora llegamos a Trebinje.
Según habíamos leído este pueblo es uno de los más bonitos y representativos de Bosnia H. y además está muy accesible para el recorrido que queríamos hacer.
Nada más llegar intentaron engañarnos: aparcamos junto al hotel en unas plazas de aparcamiento. Enseguida aparecieron unos jóvenes diciéndonos que era privado, pregunté el precio por una hora (teníamos el aparcamiento reservado en el hotel) y me dijeron que solo había opción para día completo a un coste de 10€. Nos negamos a pagarles. Aprovechan que los turistas llegan quemados por lo difícil y caro que es aparcar en Croacia por lo que pedir aquí 10€ es una nimiedad. Después de este pequeño incidente nos alojamos y nos fuimos a tomar contacto con el nuevo destino.
La visita a Trebinje es muy sencilla puesto que es muy pequeño y está amurallado. Es un pueblo empedrado sin coches en su interior y de influencia otomana. Cuando llegamos era la hora de comer (nuestra hora, las 14-15 horas) y el pueblo estaba vacío, solo algunas personas en las terrazas de los bares y restaurantes.
Aquí nos dimos nuestro primer homenaje de gastronomía local. Pedimos el afamado Ćevapi; el plato más típico de Bosnia Herzegovina y de la zona de los Balcanes, consistente en unas cuantas salchichas de carne picada hechas a la brasa, en ocasiones acompañada con salsa de yogur y verduras. 4 euros por persona, eso sí, hay que pagar en metálico.

Con la primera salchicha disfrutas de una carne muy sabrosa y agradable, con la segunda te transportas a los ambientes turcos, con la tercera te sientes una odalisca, con la cuarta tu estómago te ubica de nuevo en tu realidad, con la quinta se te van las tonterías mentales, empiezas a preguntarte porque no harán las raciones más pequeñas, cuando llegas a la octava estás haaaarta del cevapi. En conclusión, todavía no sé cuándo volveré a comer algo con carne picada.
Tras la comida y una horrible digestión fuimos a conocer cada rincón del pueblo, que aquí es una realidad y no simplemente una frase hecha, por lo pequeño que es el recinto amurallado. Además fuimos a ver una zona de baño que han creado, Bazen Bregovi. Desvían una buena cantidad de agua del río y la hacen pasar por un canal artificial con una orilla rebajada con cemento en plan playa y un gran ensanchamiento. Debe ser un lugar de encuentro, sin embargo no nos pareció un lugar atractivo para un baño teniendo un río precioso con un buen caudal de agua cristalina.
Después dimos un reposado paseo junto al río hasta llegar al puente romano situado a un kilómetro de la parte antigua. La combinación del río, el frescor del agua, la visión del puente, unos molinos de agua y el atardecer nos ofreció un paseo maravilloso, tanto que empezamos a meter las piernas en el río con la confianza de que acabaríamos con un buen chapoteo. Ayyyy, imposible, el agua muy muy fría. Me siguen doliendo los pies al recordarlo. Así pudimos entender el gran charco artificial que han hecho para los baños.





Cuando ya anochecía nos volvimos al casco antiguo. El pueblo se había transformado. Estaba lleno de gente y cada bar y restaurante había instalado equipos de sonido para miniconciertos. Nosotros nos sentamos en una terraza de una amplia plaza y allí tuvimos que aguantar el caos sonoro de tres conciertos que se estaban desarrollando a la vez. Queremos creer que ese caos era parte de un festival de música, poco acertado para nuestro gusto. No obstante conseguimos un rincón donde pudimos disfrutar de la velada. Por cierto esa noche no cenamos.
Herceg Novi y Kotor (Montenegro)
Viernes 6 de agosto
Con un buenísimo desayuno en la estupenda terraza del hotel nos despedimos de Trebinje. Hay mucha gente que desde Dubrovnik realiza una excursión de día hasta Trebinje, e indudablemente merece la pena conocerlo, pero es un pueblo que tiene dos caras muy diferentes de día y de noche, por lo que creo que es mucho mejor despedirse de Dubrovnik y pasar aquí la noche; así disfrutas de un ambiente muy auténtico, sin turismo internacional y además te beneficias de los precios tan baratos de Bosnia H.
Continuamos nuestro camino hacia Kotor. Atravesamos la frontera de Bosnia hacia Montenegro y tras una hora de coche hicimos una parada en Herceg Novi. Es uno de los puntos turísticos más destacados de Montenegro. Allí realizamos nuestro ritual: un refrigerio en una buena terraza desde donde a dos pasos te lanzabas al agua para un reparador y fantástico baño y después un buen paseo por la parte antigua. Es un un bello y pintoresco conjunto de calles de gran inclinación, con varios miradores al mar y con iglesias, palacios y torreones dispersos para entretener más el paseo.






Retomamos nuestro camino. A partir de aquí ya se va bordeando el entrante del mar Adriático o lo que llaman las Bocas o Bahía de Kotor. Es un camino de una hora hasta llegar a la ciudad de Kotor en el que el mar y las montañas se te meten hasta el alma. Un regalo pleno.
Poco antes de llegar a nuestro nuevo alojamiento hicimos una parada en un restaurante frente al agua. Aquí probamos los mejillones, muy típicos de la zona, junto a otros platos. En los restaurantes hay que tener mucha paciencia tanto en los tiempos de servirte como en los cambios que te hacen, por ejemplo a mí, por equivocación, me trajeron un Cevapi… y no quiero recordaros lo que cuesta digerir uno, como para digerir dos en 24 horas.
Después ya nos fuimos a nuestro nuevo apartamento.
Tras alojarnos y descansar un poco nos dimos un baño en la piscina puesto que el mar hoy estaba un poco picado. Enseguida nos fuimos a visitar Kotor. Dejamos el coche en el aparcamiento del supermercado Idea. Fuimos bordeando parte de la muralla hasta llegar a la Puerta del Mar. Esta puerta principal separa dos mundos: un paisaje en el que las montañas caen hasta una bella y cerrada bahía y una bellísima ciudad de piedra, llena de nobles edificios, con callejuelas que se enredan unas con otras.
Es inevitable la comparación con Dubrovnik, con la diferencia de que ésta no es tan conocida y por lo tanto las expectativas quizás son menores. Esto hace que el placer sea mayor. Kotor es más pequeña, por otro lado yo creo que no está tan restaurada, hay mucho menos turismo, tiene un ambiente general más popular. Kotor también tiene una muralla a la que se puede acceder gratis y desde ella se pueden contemplar esos dos mundos del interior y exterior de la ciudad. La parte antigua dibuja un gran triángulo, a un lado tiene la montaña, a otro el mar y a otro un río de agua verde impresionante. Un lugar maravilloso. La cena la realizamos en nuestra terraza disfrutando de productos tradicionales que compramos en el Mercado de Kotor y del panorama: la ciudad iluminada y la marcha de un gran crucero.
Sábado 7 de agosto
Tras desayunar nos volvimos a visitar la ciudad, en esta ocasión con la luz y el ambiente de la mañana. Hay gente que me ha manifestado su extrañeza por querer visitar las ciudades por la mañana y por la noche. A mí los que me extrañan son ellos. En cualquier caso, volvimos a hacer un recorrido por todo el triángulo antiguo, intentando descubrir nuevos rincones. A la luz del día nos adentramos por varias callejuelas de gran pendiente que directamente zigzaguean hasta desaparecer en la vegetación de la montaña. El ambiente mañanero es muy tranquilo, con terracitas apacibles, pocos y pequeños grupos observando la ciudad y gran cantidad de gatos viviendo la vida en este museo callejero.









Después de un gran paseo y de vuelta a nuestro alojamiento hicimos una parada para un gran baño. Es curioso, pero cualquier punto en el que parases era un magnífico sitio para un baño. Aunque Kotor está en el extremo final de la bahía y el mar Adriatico parece que está aquí estancado y preso, sus aguas siguen siendo limpias y cristalinas, llenas de vida y de peces.


Por la tarde repetimos baño en la bahía y visita a la ciudad en un intento de reforzar e interiorizar al máximo las maravillosas sensaciones vividas en Kotor. Para cenar nos fuimos a LAV Gastro Bar; buena comida y precios. Con esto nos despedimos de un lugar maravilloso. Imprescindible.
En Kotor nos quedamos con ganas de subir al monte Lovćen por una carretera de 25 curvas cerradísimas, que según dicen es uno de los mejores trayectos en coche del mundo, por las vistas que hay de la bahía desde un punto elevado. Nosotros no queríamos saturarnos de conducción y además confiamos que en el recorrido de Kotor hacia nuestro siguiente destino nos ofrecería unas vistas elevadas. No fue así y nos quedamos con las ganas.
Tirana (Albania)
Domingo 8 de agosto
Nuestro siguiente objetivo era Ohrid, pero el recorrido era de más de 7 horas por lo que decidimos hacer parada intermedia. Dudamos entre Kruje o Tirana, venció la capital de Albania. Hoy es domingo y finalmente el recorrido de 5 horas se prolonga bastante más; además el camino no es bonito y con algunos parones ilógicos y pesados.
A primera hora de la tarde llegamos a Tirana.
Tras instalarnos y una ducha salimos a visitar Tirana. A las 17 horas hace mucho calor por lo que entramos en un bonito y moderno centro comercial, Toptani Shopping Center. Igual que en cualquier parte del mundo, eso sí, desde la última planta hay unas vistas panorámicas que nos ayudan a orientarnos. Entre estas vistas y el mapa trazamos nuestro paseo: Mezquita, Fortaleza de Justiniano, en cuyo interior hay una zona llena de bares y restaurantes de muy buen nivel y con muy buen ambiente, Puente de Tabak, Plaza Skanderbeg, zona de Ministerios, boulevard, Bunkers como salas de exposiciones de arte… un paseo que disfrutamos mucho sobre todo porque no esperábamos gran cosa.
Para cenar entramos en un restaurante, Markata E Peshkut, que tiene unos mostradores parecidos a las tiendas de comidas preparadas: salmón ahumado, pescado frito, ensaladas de diferentes tipos, pulpo… y se pide al peso. Nos gustó el sistema, las comidas y los precios.









Lunes 9 de agosto
Tras el estupendo desayuno damos una vuelta por el Mercado Pazari i Ri y alrededores donde se desarrolla la vida comercial en un ambiente de antiguo rastrillo organizado por gremios.



Ohrid (Macedonia)
Con tranquilidad salimos hacia Ohrid, ciudad de Macedonia y junto al lago de igual nombre que divide sus aguas entre Macedonia y Albania.
Hay que diferenciar bien entre dos Macedonias existentes. Por un lado está la zona de Grecia llamada Macedonia, sin más. Por otro lado está el país independiente llamado República de Macedonia. Lógicamente hay una disputa entre los dos países por el uso del nombre.
El recorrido se prolonga durante 3 horas por un paisaje muy montañoso y verde. Nos llama la atención cómo aquí las montañas están cubiertas por un manto verde y muy uniforme, sin huella humana: ni zona repobladas, ni huertos, ni cortafuegos, ni torres de electricidad, ni granjas, nada; solo naturaleza (qué raro y qué bonito).
Hacia las 14.30 llegamos a la ciudad. Para ir a nuestro apartamento tenemos que atravesar la muralla antigua por Upper Gate, Gorna Porta. En esta puerta nos para un señor de seguridad que nos dice que no podemos acceder: la ciudad ya no tiene plazas de aparcamiento libres. Le pedimos que nos permita el paso para dejar el equipaje cerca del apartamento y que después saldremos. Accedemos y nos adentramos en unas calles cada vez más estrechas, más inclinadas, más empedradas, más difíciles. Eso sí, observamos que hay muchos huecos donde aparcar y recordamos que la propietaria de nuestro alojamiento nos había avisado de la posibilidad de aparcar junto a la vivienda.

Así lo hicimos y aparcamos cerca de nuestro apartamento, no pagamos nada y nos quedamos tan contentos.
Tras acoplar los trastos y remirar bien nuestra nueva casita nos vamos al restaurante Kanevche, uno de los restaurantes que hay a los pies de nuestro apartamento. Comemos de maravilla, musaka, ensaladas griegas, pasta con marisco,… a un precio buenísimo y rodeados de agua (el restaurante está sobre una plataforma sobre el agua). Tras un descanso nos vamos directos a bañarnos.
Esta zona no tiene playa, el acceso es desde pequeños diques con escaleras metálicas o bien peldaños que se hunden en el agua o… ¡qué más da!. Nos volvemos a encontrar con un agua limpia limpia con unas tonalidades verdes preciosas. Fondo de piedras con gran cantidad de peces. Otro lugar maravilloso para el baño.
Al atardecer nos vamos a pasear por una zona de acantilados en la que se asienta San Juan de Kaneo; este lugar ofrece la imagen más icónica de todo Macedonia. El lugar es muy bonito, la iglesia muy original y el atardecer lo transforma todo en un espectáculo sensorial.


Cuando ya ha anochecido nos vamos paseando hasta la parte céntrica o más concurrida de Ohrid. Descubrimos el Ohrid quizá más popular y que a nosotros nos provoca un gran rechazo. Una calle peatonal llena de comercios (que lo llaman el gran Bazar) y el paseo frente al lago con un ambiente saturado de turistas nacionales que van y vienen y vienen y van.
Martes 10 de agosto
Tras el desayuno en nuestra “terrazona” nos vamos a visitar con más detenimiento el casco antiguo de Ohrid. Está declarado Patrimonio Universal de la Humanidad y en efecto en nuestro paseo nos vamos encontrando con originales casas de origen otomano que forman un bonito conjunto. Vamos a ver la bellísima iglesia ortodoxa de Santa Sofía, el teatro griego, que está en muy buenas condiciones y que me resulta impresionante, un árbol milenario y para acabar volvemos a intentar encontrar una pasarela sobre el agua. En esta ocasión la localizamos gracias a la imagen satélite de Google Maps y no a las indicaciones de la ciudad. Es un paseo que nos lleva hasta la zona de nuestra “casa”.









Otro baño, pero en esta ocasión a plena luz del día con lo que los colores verdes cobran una intensidad alucinante. Aprovechamos para alquilar paddle surf y hacer un paseo bordeando los acantilados.




Comemos, descansamos y volvemos a repetir baño y paseo por los acantilados y la pasarela de madera en un intento de retener al máximo el placer que nos proporciona este lugar.


Cenamos en el Restaurante Kaneo, el segundo restaurante que había a los pies de nuestro apartamento.
Skopje (Macedonia)
Miércoles 11 de agosto
Tras el desayuno, recogemos todo y nos vamos hacia el coche. Aunque pudimos acceder al casco antiguo y nos acercamos bastante a nuestro alojamiento, lo cierto es que dejamos el coche a aproximadamente un kilómetro. Difícilmente nos podríamos haber acercado más. Lo cierto es que la llegada y salida del apartamento fue un poco difícil puesto que el suelo es de piedra, las calles inclinadas, tramos de escaleras…; pero esta incomodidad merece sobradamente la pena. Es una zona muy bonita, tranquilísima, los apartamentos tienen vistas al lago y están casi sobre el agua. Nada que ver con la zona más céntrica y popular.
Hasta el día de hoy el viaje lo teníamos todo planificado y reservado desde España. A partir de aquí fuimos determinando los lugares a visitar y lógicamente los alojamientos.
Aquí tengo que hacer una pequeña aclaración. Nuestra intención inicial era haber acabado el viaje en la Riviera Albanesa, pero puesto que el viaje lo organizamos con poco tiempo solo quedaban alojamientos de playa en zonas excesivamente masificadas, por lo que decidimos cambiar este planteamiento.

Por lo tanto la alternativa fue la capital de Macedonia, Skopje.
Tres horas de coche por un camino muy montañoso y arbolado. Carreteras bastante buenas y conducción un poco arriesgada en adelantamientos.
A pesar de saber qué te vas a encontrar, la primera imagen es realmente sorprendente. Hace poco más de 10 años algún importante dirigente macedonio se vino muy arriba y quiso hacer una ciudad apoteósica, deslumbrante. Y así empezaron, con gran derroche; pero claro, el dinero se agotó y no pudieron seguir haciendo nuevos edificios, puentes ni estatuas; apenas pueden mantener lo ya construido. El resultado actual, como decía, es muy sorprendente. Hay algunas imágenes apoteósicas, muy llamativas.
La lástima es que cuando quieres recrearte, por ejemplo, en un puente lleno de estatuas y lo atraviesas compruebas el estado de dejadez en el que está. O bien cuando quieres dar la vuelta a un gran edificio, te encuentras una trasera abandonada, sucia y decadente. Por lo tanto es una ciudad en la que estás en un “sube y baja” constante. Por otro lado, la ciudad está dividida por el río, a un lado está las “Vegas Balcánica” (por la arquitectura ostentosa) y al otro el barrio otomano. Es una ciudad con un alma a la que le han puesto una cara que no le corresponde
Comemos frente a nuestro hotel-barco en el Restaurante Bella Vista. Muy bien y muy barato. A primera hora de la tarde nos vamos al barrio otomano. Tiene mucho encanto, y está muy bien conservado. Pero con un calor de 35 grados no hay vida. Nos vamos a la parte moderna y ésta empieza a ambientarse. La gente se concentra en la plaza principal (Square Macedonia), presidida por Alejandro Magno y Bucéfalo, ambos muy grandilocuentes, y por algunas calles aledañas. Cuanto más anochece más gente va invadiendo las calles. En la plaza principal hay un gran remolino de gente observando el espectáculo de percusión y canto que realizan dos niños de 10 aproximadamente.



Jueves 12 de agosto
Para hoy habíamos pensado ir al cañón del río Matka, pero nos dejamos llevar por la pereza y decidimos pasar el día en la ciudad. Vamos por la mañana temprano al barrio musulman (ya sabéis, temprano son las 10 de la mañana) y esta zona está en plena actividad. Hay mucho comercio NO destinado al turismo (qué bonito y auténtico), el mercado, muchos talleres de diferentes actividades, peluquerías, joyerías, vestidos de ceremonia, utensilios litúrgicos, etc, que además se ubicaban por zonas o calles. Varias mezquitas recoletas y coquetas, alguna iglesita ortodoxa, plazoletas con frondosos árboles. En general un barrio muy auténtico y atractivo.





Por la tarde el recorrido fue por la otra parte… La gran Iglesia Ortodoxa de San Clemente, todos los puentes con detalle, la Casa Memorial de la Madre Teresa, la calle Macedonia, el edificio de la Ópera, Gate Macedonia, la Iglesia de la Natividad… y todos aquellos puntos destacados de la ciudad nueva.






Después nos vamos a la cubierta de nuestro Barco donde cenamos y pasamos una buena velada.
Al final no sabemos muy bien si nos ha gustado o no la ciudad, pero pensamos que hay que verla y desde luego a nosotros nos ha dado momentos muy gratos e imágenes imborrables.
Pristina y Prizren (Kosovo)
Viernes 13 de agosto
El siguiente destino vino rodado: la capital de Kosovo estaba a 1 hora. Nos invadía la curiosidad. Pero, Prizren, un poco más allá, parecía mucho más interesante. Ya está: parada en Pristina y noche en Prizren.
La frontera fue muy rápida, aunque aquí tuvimos que bajar del coche para ir a una caseta junto a la aduana en la que nos hicieron un documento equivalente a la carta verde. Es gratis y nos supuso solo 5 minutos. La llegada a Pristina fue según lo previsto. Amplio paseo por el Boulevard Nene Tereza en donde se ubican varios de los puntos más destacados de la ciudad. Este boulevard peatonal, el más importante de la ciudad, nos llama la atención porque no tiene nada que llame la atención, es una calle surcada de edificios de viviendas, arbolada y peatonal, pero sin gracia alguna. Al menos está bastante animado de gente muy risueña y simpática.



Tras echar una ojeada tomamos el coche y seguimos camino a Prizren. Google nos introduce a la ciudad de Prizren por un camino sin asfaltar (otro error de Google. No os fieis). También es cierto que este camino tan alternativo nos metió por un barrio, “muy barrio” y pudimos ver el cortejo de una boda (tracas, músicos con instrumentos y trajes tradicionales).
Nos vamos hacia el centro de la ciudad. Tenemos que caminar 10 o 15 minutos hasta llegar. Es un recorrido por una zona llena de establecimientos con productos para celebraciones: joyas, vestidos… todo muy musulmán y muy puro. Muy interesante y atractivo el paseo.
Según nos acercamos al centro se va observando el perfil típico de estos centros urbanos musulmanes: destaca el minarete de la mezquita, la cúpula, los puentes, el conjunto de viviendas tradicionales uniformes…
Vamos a un restaurante, Best Ocakbaşı, donde pedimos unos kebabs que consisten en unas brochetas de carne aliñada buenísimas (en estos países el término de kebab abarca gran variedad de platos con la carne de protagonista). Por cierto, en los restaurantes y bares en zonas musulmanas no suelen servir bebidas alcohólicas.

Después de comer empezamos a ver con detalle la ciudad. Tras recrearnos en el puente antiguo de piedra (Ura e Gurit) nos vamos a la Mezquita Sinan Pasha; aquí a las mujeres nos dan una tela para cubrir las piernas. Íbamos con discretos pantalones cortos y lo cierto es que me molestó un poquito, como tantas otras veces; sin embargo he de reconocer que también me molesta cuando en una iglesia veo a personas con camisetas sin mangas o pantalones que más parecen bañadores. Lo cierto es que, sin quererlo al ponerme la tela cubriendo las piernas me sentí como una “reina mora”.
Fuimos a la Catedral Ortodoxa y después a la Catedral Católica de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro; aquí estuvimos hablando con una amabilísima monja Albanesa. Todo esto queda en la parte antigua que es muy pequeña y que está bastante bien cuidada.



Pasamos al otro lado del río y fuimos localizando casas antiguas tradicionales; finalmente llegamos a la importante Iglesia Nuestra Señora de Ljevis, típica iglesia ortodoxa en la que destaca el ladrillo como material importante de construcción y que ha sido Patrimonio de la Humanidad por sus pinturas al fresco. Estas pinturas fueron destruidas en ese afán humano de querer imponer unas religiones sobre otras. Como consecuencia en este momento están a la espera de que se pueda comenzar la recuperación.
Frente a la iglesia hay una caseta con un policía o militar. Aprovechamos para hablar con él y nos contó que estaba totalmente cerrada por el mal estado interior. Le manifestamos nuestra pena por no poder verla y él nos manifestó su indiferencia por nuestra pena. “Pues habrá que irse”. Pues no… ¡Instantes después estábamos dentro de la Iglesia!
Según la mirábamos por fuera vimos que del recinto salía un señor con unas llaves. Nos acercamos a él y le manifestamos nuestra pena por no poder verla y él nos manifestó… que le siguiéramos.
Nos llevó al interior de la iglesia pasando frente al policía “indiferente”. Allí pudimos disfrutar de un momento mágico. Un espacio oscuro para nosotros solos, al que llegaban rayos de luz desde la parte más elevada de la torre y que nos permitieron disfrutar de restos de los frescos. En esta ocasión me sentí como un ángel afortunado.






A primera hora de la tarde fuimos por detrás de la Mezquita Sinan Pasha; nos encontramos con una zona en desnivel y llena de terrazas y puestos de venta. Un ambiente muy animado y festivo. En estos días se estaba celebrando el DokuFest; uno de los Festivales Internacionales de Documentales y Cortometrajes más importantes del mundo (eso nos dijeron).
Berat (Albania)
Sábado 14 de agosto
Hoy nos levantamos con pereza puesto que nos toca viaje largo de 4,30 horas de coche, que se prolongan un poco más. El tramo de carretera que realizamos dentro de Kosovo es muy nuevo y muy bueno, con túneles larguísimos. Sin embargo tras pasar la frontera, que fue sencillísima y rápida, en Albania nos volvemos a encontrar parones de tráfico sin justificación alguna, adelantamientos locos, exceso de velocidad, carreteras sin línea separadora; a pesar de ello la conducción requiere un poco más de atención y cuidado pero no hay mayor problema.
La llegada a Berat, afamado pueblo o ciudad con encanto, es chocante, puesto que encuentras una población bastante grande y anodina. Sin embargo al rodear una montaña te encuentras con la imagen que se ha resistido un poco: “la ciudad de las mil ventanas”.
Tras instalarnos nos fuimos al barrio Gorica que está al otro lado del río. Allí disfrutamos un rato en una terraza, Antigoni Bar, con una vista espectacular a la ciudad vieja y después dimos un buen paseo. Esta zona es muy bonita pero con respecto a los otros dos barrios está más descuidado. Atravesamos el río y nos adentramos por la Ciudad Vieja. Es curioso cómo esta parte de la ciudad ofrece una imagen muy diferente vista desde lejos a cuando te adentras por sus calles.
La imagen panorámica es la que siempre se utiliza para la promoción turística, “la imagen de la ciudad de los mil ojos” bueno… una imagen bonita sin más, sin embargo cuando te adentras te sumerges en otras épocas: las calles estrechas, con grandes pendientes, muy rústicas pero muy cuidadas, ofreciendo múltiples recodos coquetos.









De vez en cuando te encuentras con pequeños grupos de vecinos reunidos y compartiendo charla. Es gente que enseguida entabla conversación y te invita a ver sus casas, en parte orgullosos de sus propiedades y en parte con un posible deseo de promoción puesto que buena parte de estas casas están destinadas a alojamientos o restaurantes. Nos cuentan que la pandemia les ha afectado muchísimo en el número de reservas. De hecho una señora nos enseña su discreto y encantador hotel vacío. Es un hotel con 3 o 4 habitaciones, en la parte más alta de la ciudad antigua. Es el Hotel Hava Baci y debe ser una maravilla despertarse y tener una vista tan amplia y estimulante desde tu cama.



Para cenar nos vamos al paseo que hay junto al río, es una zona de encuentro y esparcimiento de los habitantes. Está lleno de restaurantes, bares y está muy animado.
Domingo 15 de agosto
Tras el estupendo desayuno del hotel, compartido con las avispas, nos vamos al Castillo. Se puede ir en coche pero decidimos ir andando (sin problemas con la subida). Hay que pagar una discreta entrada. Realmente es un recinto amurallado en cuyo interior hay un barrio semejante a los otros dos vistos el día anterior, o sea, encantador y precioso y restos de lo que fue el antiguo castillo. Es una visita imprescindible. Las casas reflejan antigüedad con mucha coquetería; hay muchas macetas, puertas muy rústicas pero muy bonitas, puestos de venta con gente muy sencilla y muy amable. Entre el recorrido de callejuelas se abren muchas plazoletas con amplisimas vistas; en otro momento te encuentras con una cabeza de piedra de aproximadamente 3 metros de altura de El Emperador Constantino el Grande.









Por la tarde vamos a dar un paseo por el “centro moderno” de la ciudad que incluye el paseo junto al río, una calle ancha peatonal, la Catedral Ortodoxa y por último vemos un edificio que sobresale por toda la ciudad y que parece el Capitolio de alguna gran metrópoli norteamericana. Es un edificio muy llamativo y que “canta mucho” en una ciudad como Berat; este edificio resulta ser el Hotel Colombo, antiguamente era la universidad de Albania, (quizá una buena opción para alojarse; doble de precio que el nuestro pero con piscina).
Durante el callejeo fuimos testigos de varios cortejos nupciales que se forman con hileras de coches que van llamando la atención. En general el paseo de esta tarde es prescindible, pero no hay mucho más que hacer.





Durrës (Albania)
Lunes 16 de agosto
Después de desayunar en el hotel nos fuimos hacia Durres, nuestro último destino en Albania y en los Balcanes, empezaba la cuenta atrás para la vuelta a casa.
Llegamos en una hora y media aproximadamente, nos hospedamos en un magnífico hotel, o eso parecía por la columnada fachada. Había varios aparcamientos cerca, pero encontramos sitio en la misma calle y sin pagar.


En 15 minutos ya estábamos fuera dispuestos a conocer lo que parecía una gran ciudad, ya que tiene un puerto muy grande, hay un teatro griego, una torre veneciana y la única calle que habíamos visto, la del hotel, además de bonita estaba llena de altas palmeras, restaurantes y bares modernos con muy buen ambiente (como Rodeo Drive. Tomaaaa!!!)
Fuimos a ver la playa, en Booking decía que se encontraba a 250 metros del hotel, pero no era así; estaba a 2 kilómetros.
Decidimos ir a dar una vuelta por el centro de la ciudad y así descubrirla. Justo enfrente del hotel estaba el Anfiteatro romano y al final de la calle la mezquita Fatih. Seguimos paseando por el Bulevar, una zona muy nueva y cuidada. Era ya hora de comer así que decidimos entrar en el primer restaurante que viéramos, pero la ciudad iba decayendo. Llegamos a otra calle muy comercial, la Rruga Egnatia, pero todo eran cafeterías y ya las tripas empezaban a rugir. Acabamos dando la vuelta a todo el centro y comiendo enfrente del hotel… Se nos fue de la cabeza la idea de gran ciudad.
Después de comer aprovechamos para descansar y así huir de las horas de más calor. Por la tarde visitamos la Iglesia ortodoxa de San Pavel y San Ast y el Banco de Durres que está justo enfrente a nuestro hotel. Después fuimos para hacer las últimas compras del viaje a Rruga Egnatia.



Para cenar nos decantamos por el restaurante del hotel, tenía un ambiente muy moderno y un amplio menú.
Martes 17 de agosto
Hoy sí, último día en Albania. Nos damos un homenaje en el desayuno del hotel. Hay que decir que en todos los hoteles hemos tenido desayuno incluido y han estado muy muy bien.
Dejamos las maletas en el hotel ya que el barco salía por la noche. Fuimos al puerto e intentamos localizar las oficinas de la Naviera, GNV, para hacer el check in, pero hasta las 19 h. no era posible.
Eran las 11 de la mañana y teníamos todo el día por delante; fuimos a una cafetería – restaurante que había en la zona del Bulevar y allí nos aposentamos durante dos horas a leer, borrar y editar fotos. Después de esta parada nos fuimos a Portez Beach, una playa bastante bonita que mezclaba lo salvaje de la montaña con la arena y el mar situada a media hora en coche de Durres. Allí entramos en un restaurante con amplias vistas al mar donde nos comimos unos buenos platos de pasta, aunque una vez más se equivocaron con lo que pedimos.


Tras comer nos bajamos a la playa, pero el agua estaba muy picada, de forma que consideramos que no era prudente bañarnos allí por lo que nos fuimos a la playa cerca del hotel (a 2km aunque en su publicidad pone que a 250m) con la confianza de que estuviera más tranquila. En efecto el mar estaba más tranquilo pero también debía estar de limpieza pues el agua tenía un color marrón tupido asqueroso. Ese color con el que claramente te das la vuelta y dejas el baño para otro día. Pues a pesar de ello acabamos todos chapoteando en ese barrizal (qué queréis, no había otra cosa que hacer… teníamos todavía 3 horas…)

Por fin nos fuimos al ferry. 400 euros el camarote y el coche. Entrada rápida e instalación inmediata en nuestro camarote. Fuimos a curiosearlo todo y a observar la salida del barco. En general el ferry ofrece una imagen y un servicio muy decadente. Tras cenar en el restaurante-autoservicio nos fuimos a dormir. Había que madrugar.
Roma (Italia)
Miércoles 18 de agosto
A las 6.30 a.m empezaron a avisar por los altavoces que se dejen los camarotes libres.
Subimos a la cubierta del barco para ver la llegada a Bari. A las 8.00 a.m ya estábamos en tierra contentos por lo bien y rápido que había sido el desembarco y pensando en lo pronto que íbamos a llegar a nuestro próximo destino… pero para pasar la aduana estuvimos más de 2 horas, ni en Albania habían sido tan lentos. Nos llevamos muy mala imagen de la organización del puerto de Bari.
Una vez conseguimos salir de la zona del puerto pusimos la directa hacia Roma, donde pasariamos las siguientes 48 horas; eso sí, una vez en la autovía paramos a desayunar y allí nos encontramos con medio ferry.
Un poco antes de llegar a Roma paramos a comer en Pietravairano, un pueblo muy pintoresco que nos recordó a Villafamés, un pueblo de Castellón. Nos pedimos dos pizzas y una ensalada Qué ganas de ponernos hasta las botas con comida típica italiana.
Sobre las 16.00 p.m llegamos al hotel de Roma, no tuvimos problema para aparcar justo al lado del hotel y gratis.
Una ducha y a redescubrir Roma. Qué ganas tenía de volver a pasear por sus calles. Y aquí un apunte, teníamos dos días enteros hasta el próximo ferry Roma-Barcelona, teníamos que decidir entre quedarnos en Bari o ir directamente a Roma. Pero a todos nos hacía mucha ilusión acabar el viaje en la “Bella Roma”.
No habíamos planificado ninguna ruta, pero Roma es la ciudad con la más alta concentración de bienes históricos y arquitectónicos del mundo así que a mi parecer es la ciudad perfecta para perderse por sus calles.
Fuimos deambulando por sus calles pero tomamos como referencia unos cuantos puntos que queríamos visitar: La Plaza de la República, el Cruce de las Cuatro Fuentes, el Palacio Barberini, la Plaza de España, la Piazza del Popolo, la Via del Corso, la Fontana di Trevi, La Plaza Venecia, El Templo de Adriano, Panteón, Piazza Navona… y de vuelta cena romana.












Jueves 19 de agosto
Último día por Roma. El planteamiento iba a ser muy parecido al del día anterior, vagar por las calles romanas y seguir redescubriendo aquella Roma que en mi memoria eran recuerdos lejanos de 20 años.
Dejamos las maletas en el hotel y quedamos que pasaríamos a por ellas sobre las 18.00.
Visitamos la Basílica de Santa María la Mayor, una de las cuatro basílicas mayores, es impresionantemente bella y original. Después fuimos a visitar San Pietro in Vincoli, donde está el Moisés de Miguel Angel, emocionante.





Paseamos por el Forum Romano, el Coliseo, el Monumento a Vittorio Emanuele II o más conocido como la Máquina de Escribir y hacia la hora de comer fuimos a la otra parte del río Tíber, el Trastevere. Esta zona se llama así porque está ‘Tras’ el Tevere, que evolucionaría a Tíber. No habíamos estado antes, así que nos hizo especial ilusión conocer esta zona. Comimos en L’Insalata Ricca unas pizzas y unos gnocchis muy muy buenos (estoy escribiendo esto a la hora de comer y no ayuda… los mejores que he probado).
Después de comer dimos una vuelta por el Trastevere, visitamos la Basílica de Santa María, la más importante de la zona. Después volvimos tranquilamente hacia el hotel paseando por calles comerciales y aprovechamos para comprar algo de comida para el Ferry.







A las 18.15 estábamos de camino a Civitavecchia. Llegamos, hicimos el check-in y enseguida nos llamaron para embarcar… qué lujo tanta rapidez.
Fuimos directamente al camarote a dejar las cosas y visitamos el Ferry (Grimaldi), qué diferencia con el anterior. Este tenía varios restaurantes, cafeterías, piscina, gimnasio, sala de conciertos… vamos, casi casi como un crucero.
Cenamos en el camarote de picoteo ya que habíamos comido mucho. Y a dormir tan agustito. Y aquí se siguen notando las diferencias con el anterior ferry en el que apenas pude pegar ojo debido al ruido de los motores y el movimiento del ferry.
Viernes 20 de agosto
Nos despertamos sobre las 8.00 a.m, qué gozada. Hoy empezaba el que había denominado ‘El Día del Perro’ y consistía en no hacer nada. Estábamos en medio del Mar Mediterraneo, incomunicados y con muchas series descargadas… qué mejor qué estar tirada, pensaba yo. Aun así aprovechamos para darnos largos paseos por el barco, tomar algo y editar las fotos del viaje. Eso sí, pasando un frío fuera de lo normal y es que hay gente precavida que llevaba un plumas puesto.
A la hora de comer fuimos al Restaurante (de mantel) del Ferry, yo pedí unos Ravioli. Mi sorpresa fue que cuando me trajeron el plato ¡solo había 5 raviolis! De verdad, con el hambre que tenía eso era lo peor que me podía pasar… me los comí en 2 minutos de reloj y pagué por ellos casi 20 euros. Aún me sigue doliendo.
A las 18.00 nos hicieron dejar las cabinas, subimos a la cubierta del barco y allí nos tiramos más de dos horas intentando averiguar de qué compañía eran los aviones que pasaban por encima. Sobre las 20.30 llegamos al puerto de Barcelona y nos fuimos al hotel que habíamos reservado en Viladecans. Nuestra idea era ir a cenar a Barcelona, pero entre lo que tardó el Ferry en entrar a puerto y lo que tardaron en la recepción del hotel, decidimos cenar en un Restaurante Chino de al lado del hotel.
Barcelona (España)
Sábado 21 de agosto
Hoy sí, fin. Sobre las 10.00 a.m salimos de Viladecans, una parada en la carretera para desayunar y directos a casa. A las 13.00 dábamos por finalizadas nuestras vacaciones y ¡qué vacaciones!
CONCLUSIONES:
Como decía al inicio, este viaje no nació de un estudio pormenorizado y contrastado sino por eliminación. La pandemia ha reducido mucho los destinos a los que poder viajar sin tener que hacer cuarentena y con el único requisito de la vacuna completa. De no haber sido por estas circunstancias este viaje no se hubiera producido. Sin embargo en este momento pienso que es un viaje maravilloso tanto por los sitios que se descubren como por las vivencias que se pueden tener.
A continuación os voy a hacer una valoración con los aspectos más destacables de cada sitio, tanto los buenos como los malos y algunos consejos para eliminar o minimizar lo peor.
- DUBROVNIK: Es muy bonita tanto la ciudad como la playa. Realmente bonita. Pero es muy caro, tanto el alojamiento, los restaurantes, el aparcamiento. Consejo: alquilar apartamento por la playa Banje o más al sur. Estás frente a la playa, más tranquilo, más barato y además puedes dejar el coche fuera de lo que debe ser el termino municipal y así no pagar (tened en cuenta que el aparcamiento puede ser desde 20 a 50 euros por 24 horas y no hay posibilidad de aparcar en la calle puesto que está todo reservado para los residentes). A esta zona fuera del término municipal se llega andando en 15 minutos.
- TREBINJE. Está en Bosnia y a solo una hora desde Dubrovnik. Es todo muy barato y muy tranquilo. Es muy pequeño pero muy encantador. No hay motivos para dejar de ir.
- KOTOR. Precioso. Mejor alojarse fuera con lo que consigues más tranquilidad, más barato, sin problemas para aparcar, puedes estar a un paso de algún lugar donde bañarte. Imprescindible. Desde Kotor puedes hacer varias excursiones.
- TIRANA. No tiene nada especial, sin embargo me parece un buen sitio y muy agradable como parada intermedia para llegar al siguiente destino, Ohrid. Otra opción es darse la paliza del viaje completo en un día (nosotros hubiéramos tardado aproximadamente 9 horas).
- OHRID. Aquí considero que hay que tener mucho cuidado con la zona en la que te alojas. Puedes estar desde un sitio de playa turístico pero con toque macedonio, para mí nada interesante; o bien en una zona maravillosa para estar tranquilo y disfrutar del agua. El lago es maravilloso para bañarse y disfrutarlo. Para mí es imprescindible.
- SKOPJE. El barrio musulman es muy interesante. La otra parte es muy curiosa.
- PRISTINA Y PRIZREN. Estas dos ciudades junto a Skopje yo las metería en el mismo paquete, es decir, o se hacen las tres o ninguna. No es la mejor parte del viaje pero creo que tienen mucho interés y además te completan la imagen de esta zona de los Balcanes.
- BERAT. Desde Prizren tardamos 5 horas. Es un pueblo muy bonito y original.
OTRAS ANOTACIONES PRÁCTICAS:
- De 12 a 18 horas hace demasiado calor y además los sitios suelen estar muy vacíos y aburridos. Por eso es bueno tener un alojamiento con terraza, salones, piscina, o cualquier otro sitio donde poder estar durante estas horas de forma agradable (que no tengas que estar recluido en una habitación encerrado).
- Bares y restaurantes. Hay muchos sitios en los que NO se puede pagar con tarjeta por lo que hay que llevar siempre metálico. En casi todos los sitios aceptan euros (en Montenegro es la moneda oficial). Pueden llegar a ser muy lentos y es frecuente pedir un plato y que te traigan algo parecido.
- La conducción en general es poco ortodoxa. Especialmente en Albania. Hay que tener un extra de precaución especialmente en los adelantamientos que realizan. Pero esto no debe ser motivo para dejar de conducir por estos países.
- En Albania y Macedonia se ve un nivel de vida muy básico o precario; en algunos lugares hay mucha mendicidad especialmente infantil.
- Mucha gente habla un poco de español por las telenovelas que ven de origen hispano.
- Salvo en Croacia, en el resto de países no tuvimos internet, por lo que utilizamos mapas previamente descargados de Google. Aunque fue útil hay que tener mucho cuidado porque tiene errores importantes.
Ubicaciones:
Espero que hayáis viajado conmigo y os sea de utilidad, nos vemos en el siguiente Vuelo.
No soy la misma después de haber visto la luna brillar en el otro lado del mundo.
Mary Anne Radmacher
Suscríbete a continuación para recibir notificaciones cuando publique nuevo contenido, muchas gracias.









hola! muy interesante! muchas gracias! como lo hiciste con el auto? para pasar la frontera a macedonia y albania que no estan incluidos en los permisos de los autos arrendados?
Me gustaMe gusta
Muchas gracias Rosario por tu comentario. Pues nosotros llevamos nuestro propio coche desde España (Ferri España – Italia e Italia – Croacia) y no tuvimos ningún problema. No sé con los coches de alquiler que permisos se incluyen. Un saludo.
Me gustaMe gusta