Sábado 12 de septiembre 22.30 p.m. Estábamos volviendo de cenar y una pregunta retumbó en la oscuridad de la noche ¿Por qué no nos vamos de viaje? Te pilla de sorpresa, la digestión se corta por un segundo y la respuesta es un claro SIII. Pero… espera. No vayas tan rápido Paula, te recuerdo que estás en medio de una pandemia mundial.
Llegamos a casa, sacamos los ordenadores y empezamos a decir posibles destinos. Dubai; muy lejos y tenemos poco tiempo. Reino Unido; descartado, hay que hacer cuarentena. San Petersburgo; imposible, no admiten a viajeros españoles. Malta; posible opción, pero preferíamos ciudad y Malta requería alquilar coche para desplazarnos y algún que otro baño en sus playas. Milán, ciudad cosmopolita, capital de la moda (igual pillamos alguna rebaja), comida exquisita (variada y muy agradecida), arquitectura tradicional con toques modernos y contemporáneos. Adjudicado, Milán es perfecta.
Mientras unos buscan los vuelos y otros el alojamiento se nos hacen las 00.00 a.m
Domingo 13 de septiembre 9.30 a.m. Mientras desayunamos en la terraza comentamos la jugada de la noche anterior. Saldremos el martes 15 de septiembre a las 9.05 de Valencia y llegaremos a Milán, Malpensa, a las 10.55 a.m con la compañía Wizz. Aunque el vuelo en principio era muy económico decidimos pagar un poco más por salir un poco más tarde y llevar equipaje. Durante nuestra estancia nos quedaremos en un apartamento, contratado por Airbnb, muy cercano al Duomo en la Via Francesco Sforza 1. El vuelo de vuelta lo cogeríamos en el aeropuerto de Bérgamo el sábado 19 de septiembre a las 9.00 a.m por lo que decidimos pasar esta última noche en un hotel de Bérgamo para así poderlo visitar. Parecía que todo iba sobre ruedas y que todo había sido muy sencillo para estar en medio de una pandemia mundial. Decido escribir a mi amiga Aida, que está viviendo en Florencia, para decirle que esa próxima semana me voy para su querida Italia. Aida no tarda en contestarme diciendo que se alegra mucho y que me encantará la ciudad, a lo que también añade “¿ya tienes la PCR hecha?” En ese momento mi cabeza: ¿La P, C, qué? Prosigue Aida: “si Paula ahora es obligatoria para entrar al país”. Mi cabeza acaba de estallar. Hay que cancelar. Ya.
Las horas posteriores fueron de caos total: llamadas a la aerolínea, al aeropuerto, confusión sobre si nos hacían las pruebas en el aeropuerto o no, si tendríamos que esperar en el mismo aeropuerto o podíamos ir al apartamento, cuántas horas había que esperar para los resultados… Con lo fácil que hubiera sido al sacar el billete un aviso de los requisitos necesarios. Claro, a la aerolínea tampoco le interesa disuadir a los posibles compradores de vuelos.
Fue culpa mía también, porque me fie de un gráfico de colores que marcaba a los países a los que podías viajar e Italia aparecía en verde.
Al final el lunes conseguimos hacernos el test PCR para poder viajar. El martes cuando llegamos al aeropuerto, facturamos la maleta, enseñamos los resultados del PCR y nos dicen que los resultados tienen que estar en inglés y en este momento ya no sabes si reír o llorar. Finalmente nos lo aceptan, ya podemos respirar tranquilos y empezar a disfrutar.


Antes de cada aventura, desde hace ya muchos años, siempre contratamos nuestro seguro de viaje con IATI. Nos da tranquilidad saber que, ante cualquier imprevisto, estamos cubiertos y podemos disfrutar al máximo sin preocupaciones.
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Martes 15 septiembre
10.55 a.m Aeropuerto Milán Malpensa. Después de coger un tren y un autobús llegamos al apartamento en Via Francesco Sforza 1, un edificio antiguo y con mucha solera. Dejamos las maletas y nos fuimos directos a comer una buena pizza. Escogimos un restaurante cercano, Pizzium – Via Anfossi, en Viale Monte Nero 76.
Puesto que habíamos madrugado y ya teníamos el estómago lleno, después de un breve paseo, nos fuimos a descansar al apartamento.


A las 17.30 p.m salimos a la calle con ganas de empezar a descubrir la ciudad y nuestro primer destino era la zona de Navigli, en donde hay dos calles con canales que son puntos de intensa vida social. Fuimos por nuestra Via hacia allí y la primera parada fue el Giardini della Guastalla, un pequeño jardín de estilo tradicional, con zonas de césped, senderos y un estanque que nos sorprendió. Seguimos por Via Santa Sofia, giramos hacia Corso Italia y apareció ante nosotros la Iglesia de Santa María presso San Celso con un rosetón en la fachada y un portal románico con decoración de figuras de animales; precioso. Un kilómetro después teníamos delante la Porta Ticinese que, como curiosidad, se creó por primera vez con las murallas españolas de la ciudad, en el siglo XVI, pero fue posteriormente demolida y reemplazada a principios del siglo XIX.






En Naviglio Grande nos perdimos entre la gente, los mercadillos, la gastronomía típica… a la vez que el sol caía ante nosotros y nos regalaba una magnífica puesta de sol. En este canal habíamos leído que en terrazas como “Tizzy’s” podías disfrutar de un mini buffet incluido en el precio de tu consumición, pero habíamos comido tanto que no teníamos mucha hambre. Esta zona sin duda es una de las que más ambiente tiene tanto de día como de noche.



Después de perdernos por esta zona fuimos dirección a la Catedral. Paseamos por Corso Genova, Via Cesare Correnti y la conocida Via Torino, una calle muy comercial, pero que empezaba a cerrar sus negocios porque ya eran las 19.30 p.m. Pudimos disfrutar de la Piazza del Duomo y del Duomo sin apenas gente. Decidimos irnos hacia el apartamento a recargar pilas y de camino entramos en un supermercado a comprar algo de fruta.


Miércoles 16 septiembre
Amanecimos temprano y descansados, pero cuando nos disponíamos a salir de casa me empecé a encontrar mal y tuvimos que retrasar la salida un par de horas. Finalmente a las 11.00 a.m llegamos al Duomo y en la cola de las entrada tuve que ir corriendo a buscar una papelera para devolver hasta la última papilla. Justo en estos tiempos de hipocondría general yo en la puerta de la Catedral de Milán devolviendo (por decirlo finamente). Decidimos huir antes de que nos echaran y dejar la subida al tejado de la catedral para otro día; hoy tocaba improvisar. Atravesamos la Galleria Vittorio Emanuele II y nos dirigimos al Starbucks en el Palazzo della Poste de la Piazza Cordusio. Es uno de los más grandes del mundo con más de 2.300 metros cuadrados y una decoración que mezcla el lujo más exclusivo tan típicamente milanés con un homenaje a las tradiciones cafeteras italianas. Después de elegir entre los más de 115 tipos de cafés que hay, contemplar el proceso de creación del mismo y trazar la hoja de ruta a seguir el resto del día, ya que me encontraba mucho mejor, salimos dirección Castello Sforzesco por Via Orefici.






El Castello Sforzesco es del siglo XV y actualmente alberga un museo de arte con obras de Canaletto y Tintoretto, entre otros… Por la parte de atrás del castillo hay un gran parque, Parque Sempione, por el que paseamos hasta salir por la Via Legnano para dirigirnos por el Corso Giuseppe Garibaldi al Corso Como pasando por la Porta Garibaldi. Esta es una refinada zona con bares exclusivos y tiendas de moda alternativas.



Hacia el final de la calle hay una pequeña subida a mano derecha, Via Vincenzo Capelli, donde se encuentra la tienda de Chiara Ferragni y unos metros después te hallas en la Piazza Gae Aulenti. De verdad que a mí este tipo de zonas modernas donde se juntan fuentes y rascacielos me pierde, como la Unicredit Tower el rascacielos más alto de Italia. Me recuerda a una de mis zonas favoritas de Londres, Canary Wharf. Ambas zonas representan la nueva cara de la ciudad, un símbolo, una nueva forma de mirar al futuro.



En esta zona también se puede ver el Bosco Verticale, un complejo de dos torres recubiertas con 2.000 especies de plantas. Es un proyecto de reforestación metropolitana que contribuye a la regeneración del medio ambiente y la biodiversidad urbana.


Después de comer por la zona nos dirigimos a nuestro próximo destino, el cementerio. Sí, has leído bien. El Cimitero Monumentale es un auténtico museo al aire libre. Hay un gran número de tumbas de alto nivel artístico realizadas desde el siglo XIX hasta la actualidad. Una de las tumbas más llamativa es una especie de torre blanca en la que se encuentra esculpida la vida de Jesús, pertenece a la familia Bernocchi.






Desde aquí cogimos un tranvía hasta la puerta del apartamento.
Después de descansar un par de horas decidimos dedicar el resto de la tarde a hacer compras por la Piazza San Babila, Corso Venezia, Corso Vittorio Emanuele y Via Torino.


Jueves 17 septiembre
Hoy sí era el día, hoy íbamos a ver la catedral por dentro y subir a su terraza. El Duomo es una catedral gótica y una de las iglesias de culto católico más grandes del mundo. La entrada cuesta 10€ y 14€ si subes por ascensor, nosotros elegimos esta segunda opción. Antes de salir del apartamento me puse SportShield anti-rozaduras de la tienda de fisioterapia Cuidebur para prevenir cualquier tipo de irritación en los pies ya que nos esperaba un laaargo día.
Caminar por el rooftop del Duomo es estimulante, y te permite ver muchas cosas desde una perspectiva diferente. El encuentro cercano con las tallas es simplemente impresionante. Y mientras deambulas, rodeado de pináculos, parece como si caminaras por un bosque de delicado mármol.



También se observa la Piazza del Duomo desde lo alto y sus hermosas decoraciones geométricas del pavimento. La gente llena la Piazza como pequeñas hormigas. Turistas, vagando a un ritmo lento, parándose para tomar fotos, sentándose en las escaleras, o esperando a que las palomas vuelen. A los locales, hombres y mujeres de negocios que caminan rápido, apenas mirando la belleza que los rodea… A Italia no le faltan maravillosas plazas, y esta es sin duda una de las más impresionantes.



Fuimos paseando hasta Basilica di Sant’Ambrogio ya que es una de las iglesias más antiguas de la ciudad y leímos en varias guías que era recomendable su visita. Es de estilo románico lombardo y me deslumbró por su exterior, muy diferente a las iglesias que acostumbro a ver. Está compuesto por dos torres de diferentes alturas y un enorme atrio.



De aquí decidimos ir otra vez a Corso Como porque nos encantó y además vi unas gafas en el escaparate de una óptica el día anterior que me sentí en la necesidad de ir a por ellas.
Salimos de la óptica con dos gafas de sol nuevas y tras un paseo por la zona, echar un vistazo en alguna que otra tienda escogimos el restaurante “Volta Street” en Via Alessandro Volta para comer, donde probamos típica comida italiana.


Tras el descanso nos fuimos a visitar el Quadrilatero della moda es una exclusiva zona comercial con las tiendas de ropa más sofisticadas y caras de Milán y, posiblemente, del mundo. Via Monte Napoleone es la calle principal y a parte de las boutiques de moda, tiene tiendas de antigüedades y lujosas cafeterías en mansiones neoclásicas. Tras perdernos por esta zona llegamos al Barrio Brera conocida como “La bohemia de lujo” otro elegante barrio donde además de exclusivas tiendas de alimentación y boutiques de moda se encuentra la famosa pinacoteca de Brera. Es una de las zonas más queridas de la ciudad. Sin duda, un barrio único, con historia, arte y cultura que evoca al París de los artistas.


Volvimos hacia el Duomo callejeando y pasando por delante del Teatro alla Scala, uno de los teatros de ópera más famosos del mundo. Además había una obra dirigida por Riccardo Chailly ese día y en el que se esperaba la asistencia del presidente de Italia, Sergio Mattarella.
Viernes 18 septiembre
Nos levantamos, fuimos a desayunar, recogimos el equipaje y nos dirigimos a Bérgamo donde exprimiríamos nuestras últimas horas en la Lombardía antes de volver a España.
A las 12.00 ya estábamos por Bérgamo, nos hospedamos en un hotel cercano al aeropuerto para así el sábado tenerlo más cerca. Desde el hotel cogimos un autobús para ir al centro. Subimos por Viale Vittorio Emanuele II hacia Città Alta que es el antiguo barrio alto y que se caracteriza por sus calles adoquinadas, rodeadas de murallas venecianas. Para acceder lo puedes hacer o bien a pie por escaleras o por funicular. Nosotros escogimos esta segunda opción ya que no todos los días se sube en uno, y para qué engañarnos, no nos apetecía subir escaleras.


El funicular te deja en la Piazza Mercato donde tiene comienzo la calle principal Via Gombito. Fuimos en busca de un restaurante en el que comer y nos encontramos en Via Bartolomeo Colleoni uno con mucha gente en la terraza así que sin mirar la carta nos sentamos, era el Ristorante Pizzeria Da Franco. Escogí un risotto buenísimo, aunque os tengo que decir que los que hago en la Thermomix no tienen mucho que envidiarle.
Lo poco que habíamos visto hasta el restaurante nos había encantado, sabíamos que lo que veríamos nos gustaría aún más. Como Città Alta no es muy grande decidimos perdernos por sus calles sin mapa empezando por una punta para acabar donde habíamos llegado con el funicular.






Mi recomendación es perderse, dejarse arrastrar por la corriente de gente y sobretodo dejarse sorprender por esta ciudad alta medieval, con sus callejuelas estrechas y de orden caótico.
Puesto que solo íbamos a estar un tarde decidimos eliminar visitas interiores y disfrutar del callejeo sin ninguna meta, simplemente dejándonos llevar, procurando visitar y abarcar ell máximo de la parte histórica de la ciudad.






Desde Porta San Giacomo bajamos hacia la parte moderna donde fuimos directos a la calle comercial Via 20 Settembre que estaba llena de gente, además disfrutamos de un helado que nos sentó a gloria e hicimos alguna que otra compra. Nuestro paseo acabó en Piazza Pontida.
Esta pequeña ciudad a los pies de los Alpes suele pasar muy desapercibida ya que queda eclipsada por Milán, pero si tenéis la oportunidad es un must-see.
Sábado 19 septiembre
7.00 a.m suena el despertador y no es una alarma cualquiera, ésta te avisa además de que tu viaje está a punto de acabar.
Recogemos todo el equipaje, desayunamos en el hotel y desde aquí un taxi al aeropuerto.
Llegamos al aeropuerto de Bérgamo y un recuerdo se apodera de mí. Este aeropuerto me suena, yo he estado aquí antes. Ya me acuerdo. Hace 8 años viajé a Venecia y cancelaron todos los vuelos, así que nos pusieron un autobús hasta aquí para que pudiéramos volar a España, pero nos tocó pasar la noche en este aeropuerto.
9.00 a.m Vuelo de Bérgamo a Valencia. Arrivederci Italia.
Gracias por acompañarme en este viaje, nos leemos en el siguiente Vuelo.
No se recuerdan los días, se recuerdan los momentos.
Cesare Pavese
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